Tras la conmoción que ha generado el feminicidio de la tarmeña Sheyla Mayumi Cóndor Torres, de 26 años, conversamos con el exmagistrado Emiliano Ramos Álvarez quien ha seguido de cerca casos similares (fue el Juez del caso de Edith “la niña de la maleta”) y nos ofrece su perspectiva sobre la violencia de género en Perú.

¿Cuál es su opinión sobre el caso de Sheyla Cóndor?

El caso de Sheyla es desgarrador y refleja una realidad alarmante en nuestra sociedad. La violencia contra las mujeres sigue siendo un problema crítico, y este feminicidio es un recordatorio doloroso de que necesitamos actuar con urgencia.

El principal sospechoso, el suboficial Darwin Marx Condori Antezana, fue encontrado muerto en un hostal. ¿Qué implicaciones tiene esto para la investigación?

Su muerte complica las cosas considerablemente. Si bien se ha reportado como un suicidio, siempre queda la duda sobre si realmente fue así o si alguien lo silenció para evitar que hablara. Su testimonio podría haber sido clave para esclarecer los hechos.

Ha mencionado que hay similitudes entre este caso y el de la niña hallada en una maleta en Huancayo en 2016. ¿Podría profundizar en eso?

Claro. Ambos casos involucran a perpetradores que enfrentaban penas severas y que tomaron decisiones drásticas al final. En el caso de la niña, el asesino confesó su crimen antes de suicidarse. Ahora vemos un patrón similar con Condori Antezana. Esto nos lleva a preguntarnos: ¿qué carga moral llevan estos individuos? Es un tema complejo que merece atención. La similitud entre ambos casos resalta una problemática más amplia sobre cómo se manejan estas situaciones y cómo los delincuentes enfrentan las consecuencias de sus actos.

¿Qué medidas preventivas considera necesarias para abordar esta problemática?

Es fundamental implementar programas educativos que enseñen a las personas sobre el respeto y la igualdad de género desde una edad temprana. Además, las instituciones deben trabajar en conjunto para ofrecer apoyo a las víctimas y crear un entorno donde se sientan seguras al denunciar.

En su experiencia, ¿cómo pueden las leyes actuales ser mejoradas para proteger a las mujeres?

Las leyes son severas, pero su aplicación es crucial. Necesitamos asegurar que los responsables enfrenten consecuencias reales por sus actos. También es importante realizar capacitaciones continuas a los miembros de las fuerzas del orden y del sistema judicial para manejar estos casos con sensibilidad y eficacia.

En su experiencia como magistrado, ¿qué lecciones podemos aprender de estos trágicos eventos?

Una lección clara es la necesidad urgente de mejorar los protocolos de actuación ante denuncias de violencia de género y desapariciones. Las instituciones deben estar mejor preparadas para actuar rápidamente y con sensibilidad ante estas situaciones. También es esencial fomentar una cultura donde las víctimas se sientan seguras al denunciar sin temor a represalias o a ser desestimadas.

Hablando sobre el contexto social, ¿cómo percibe usted la reacción de la comunidad ante estos casos?

La comunidad ha comenzado a reaccionar con mayor fuerza ante estos crímenes, lo cual es positivo. Las manifestaciones y protestas exigiendo justicia son señales de que la sociedad no está dispuesta a permanecer en silencio ante la violencia contra las mujeres. Sin embargo, también hay un sentimiento generalizado de frustración e impotencia porque muchos sienten que no se hace lo suficiente para prevenir estos crímenes.

Finalmente, ¿qué mensaje le gustaría transmitir a la comunidad respecto a estos casos?

Quiero instar a la comunidad a no permanecer en silencio ante la violencia de género. Es esencial que todos estemos alertas y apoyemos a las víctimas. La prevención comienza con nosotros, y cada uno tiene un papel importante que desempeñar en la lucha contra esta violencia. y a la pobalcion, hay que tener mucha precaución con el trato con desconocidos.