Un verdadero dolor de cabeza para los transportistas era tratar de ingresar al centro de la ciudad de Huancayo que, como cada año, se vio abarrotado de personas que buscaban comprar el regalo para los niños o preparado de la cena de Noche Buena. A pesar de no haber feria navideña en la vía pública se tuvo que cerrar algunas arteras.
Las vías como los jirones Cajamarca, Áncash, Mantaro, que son el punto de ingreso al damero de Huancayo, terminaron congestionadas por la concurrencia de miles de personas. A pesar de la presencia de policías de las unidades de Tránsito, Corcel Wanka, Escuadrón de Emergencia, apoyados por el cuerpo de Serenazgo, policías municipales e inspectores de Transporte de la Municipalidad Provincial de Huancayo, no se pudo evitar la congestión vehicular y se tuvo que cerrar las calles señaladas líneas arriba.
“Estoy tratando de cruzar hacia el barrio de Cajas Chico, vengo desde San Carlos, pero no puedo pasar por el centro de la ciudad, se debería haber habilitado rutas alternas”, mencionó el taxista Alberto De la Cruz.
Ante este panorama, los hombres del volante que prestan el servicio de taxi, señalaron que para estas fechas, evitan ingresar al centro de la ciudad, con el fin de no quedar en plena congestión, sin embargo hay pasajeros que necesitan cruzarla, por ser fecha festiva algunos optan por incrementar el precio de la ‘carrera’ o en el peor de los casos iniciar cobro por hora de servicio, tomando como base los 30 soles.
En el caso de los peatones, informaron que las empresas de servicio público les dejan a unas 4 cuadras del centro de la ciudad, por lo que tienen que llegar caminando al damero.
“Los taxis ya no quieren ingresar al centro de Huancayo y me dejaron en Real y Angaraes, las combis también tienen que cambiar su ruta para llegar al otro punto. Todos los años es lo mismo, pero qué podemos hacer si, como en mi caso, a muchos nos pagan recién estas fechas para hacer nuestras compras para Navidad”, manifestó Juan Carlos Pérez.
A pesar de la presencia de la Policía Nacional del Perú, Serenazgo o policías municipales, los amigos de lo ajeno y ambulantes, se apostaron en zonas menos vigiladas para cometer sus fechorías o vender productos prohibidos como pirotécnicos y otros. Con el transcurrir de las horas las calles cada vez quedaron más abarrotadas.