Ellos son los más sabios del pueblo, los conocen como “los curanderos asháninkas”.Usan la medicina natural, basada en hierbas, cortezas de árboles y preparados que ayudan a aliviar dolores y curar muchas de las enfermedades que aquejan a la población.
Su centro de sanación está en la Aldea de Salud de la comunidad nativa Bajo Kimiriki en Pichanaqui. Cuando una persona con alguna enfermedad ingresa al consultorio de los sabios, pasa primero por un triaje y le hacen la “plomografía”, te pasan por el cuerpo con un metal para diagnosticar la enfermedad.
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El plomo se derrite y luego lo echan en un vaso de agua, donde se deforma. Los sabios le pasan la lectura dan el diagnóstico e indican el tratamiento.
Luego en una olla con agua hirviendo colocan hierbas aromáticas y cortezas para proceder a la vaporización del paciente en ropa íntima, dentro de un vestidor.
“Este chico tiene mucho estrés, le chocó el cerro, sufre dolor de cabeza, mareos, tiene susto, gastritis y sufre inflamación a los riñones”, refiere la maestra Hercilia Benavides, sobre el diagnóstico hecho a un periodista que viajó desde Huancayo. Hercilia Benavides Humpire, es especialista en plomografía y vaporización.
¿Qué curan?
En el listado de enfermedades, dicen dar tratamiento a los males de los riñones, infecciones urinarias, gastritis, hígado vesícula, colesterol, úlceras, hacen puzangas y hasta prometen curar la impotencia sexual. Manejan una lista de costos.
Además de la plomografía y vaporización, realizan el baño de asiento, prolapso, vidente, huesero y el ritual de ayahuasca, requerido por extranjeros. La Aldea de Salud, también tiene “sus especialistas”. Julio Villalobos de 70 años, es partero, pero también da masajes para aliviar el dolor de los huesos.
Cuando tenía 20 años atendió su primer parto, lo hizo en presencia de su padre, que ya lo entrenaban para heredar su sapiencia. Su abuelo y tatarabuelo, también fueron sus guías. Ahora su sobrino, William Pérez es el fiel discípulo.
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“Antes de atender el parto, yo tengo que evaluar si no hay riesgo, pero si ocurre alguna complicación lo mando al hospital”, comenta el septuagenario, vestido con su tradicional cushma. Con diseño triangular que simboliza los cerros y los bosques. Sus sombreros tienen plumas de huacamayo y el gallinazo. Las mujeres llevan una cushma, con el diseño del gusano shope, también tejida a mano a base de algodón y teñida con tintes naturales.
En pandemia, los sabios estuvieron en primera línea y le hicieron frente al virus con sus plantas medicinales, usaron el matico y la hierba santa para las vaporizaciones. La Aldea de Salud es uno de los sitios más visitados. Los jóvenes te reciben al ritmo de los tambores con la danza de la Selva.