El ministro de Economía y Finanzas, Alex Contreras, finalmente reconoció lo que muchos peruanos venían sintiendo en sus bolsillos hace buen rato: el Perú está en recesión económica. Es la primera vez que un gobierno admite oficialmente una caída desde la crisis financiera mundial del 2008.
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La recesión técnica, por definición, implica dos trimestres consecutivos de crecimiento negativo del Producto Bruto Interno (PBI). El PBI del Perú se contrajo un 0,56% en el segundo trimestre de 2023, y en un 0,4% en el primer trimestre. Muchos economistas y observadores ya habían alertado sobre la situación, pero el gobierno había evitado admitir la realidad.
Esta crisis es resultado de una serie de factores, tanto internos como externos. A nivel interno, la inestabilidad política generó incertidumbre y desconfianza en los inversionistas, lo que ha desacelerado la inversión y el crecimiento económico. La inflación afectó el poder adquisitivo de los consumidores. Además, la guerra en Ucrania ha impactado en los precios de los commodities, de los cuales, el Perú es un importante exportador, lo que, por consecuencia, ha reducido los ingresos por exportaciones.
Luego de negarlo varios meses, el reconocimiento de la recesión es un paso necesario para que el gobierno pueda adoptar medidas que mitiguen su impacto. Sin embargo, esta demora refleja la falta de transparencia y la incapacidad del gobierno para enfrentar la mala situación y los problemas económicos del país.