Cuando Juan Coronado Sinchicama (52) regresó de la chacra a su hogar en Oventeni, distrito de Raymondi (Atalaya), halló a su hija J.M. (11) en la cama ensangrentada y convulsionando. El hombre intentó auxiliarla y fue cuando se percató que en su cabeza, de donde emanaba la sangre, la niña tenía incrustados dos clavos de 4 pulgadas, además tenía sus prendas interiores a la altura del tobillo
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Personal del centro de salud de Oventeni le brindaron primeros auxilios y la trasladaron al hospital Manuel Higa Arakaki en Satipo donde le diagnosticaron “traumatismo intracraneal no especificado, fractura de la bovéda del craneo, edema cerebral y compresión del encéfalo, así mismo objeto de metal incrustado en la región temporal izquierda y fractura de cráneo en la región temporal derecha con exposición de masa encefálica”.
El Juez de Paz de Oventeni halló debajo de la cama un azadón ensangrentado con el que le habrían ocasionado la fractura, a metros, en la pared estaba la bolsa negra con los clavos y cerca a la puerta el martillo. El agresor, en su desesperación, dejó en la escena las armas que usó para atacar a la niña. “Ella reconoció a su agresor, por eso intentaron asesinarla”, dijo la autoridad.
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Lucy Gregoria Leyva Meza (50) madre de la niña denunció que hace 15 días tres sujetos encapuchados y armados ingresaron a su vivienda y luego de golpearlos se llevaron S/15 mil. “Le rompieron toda su ropa, no se dejó ultrajar, por eso le clavaron”, dijo.