Era enero de 2020 cuando en el mundo se empieza a escuchar la palabra coronavirus. El origen del brote se atribuía a Wuhan (China). Meses después esta enfermedad llegó a suelo chinchano. Un joven llegado de Europa trajo consigo la peste. Él, se instaló en la ciudad y junto a su pareja se hospitalizaron en el San José, que más temprano que tarde paso a convertirse en el centro de atención Covid.
Han pasado dos años desde aquel 9 de marzo del 2020. El denominado paciente cero fue un hombre de 29 años que estuvo en Europa. Tras su viaje por el viejo continente retorna el 5 de marzo al país con destino a su ciudad de origen: Nasca. Pero antes paseó por Lima, y dos ciudades de la región Ica. Una de ellas Chincha por motivo de reencontrarse con su pareja. El ciudadano no lo sabía, estaba infectado y ella también.
Él es el primero en sentir los síntomas respiratorios que se atribuyen a esta enfermedad. Debido a ello, paso al área de Control de Crecimiento y Desarrollo del San José que paso a convertirse en la zona de aislados. Los profesionales de la salud revestidos con equipo de protección personal eran los únicos que podían tener contacto con este hombre, y con su pareja que luego paso a confinarse en el nosocomio.
Paciente cero
Ambos, se recuperaron, volvieron a sus actividades cotidianas. Sin embargo, para los chinchanos recién estaba por empezar la pesadilla. Por ese entonces, desde el Ejecutivo se anunció la emergencia sanitaria en el país y con ello comenzó la propagación del virus. En poco tiempo había más casos sospechosos, que debían de ingresar al aislamiento para tratar de cortar la cadena de contagio.
Por lo que pasaba en el exterior del país se sabía que el virus era mortal y así ocurrió en esta ciudad. El 16 de abril de 2020 la Sociedad de Beneficencia recibió al primer fallecido. Las medidas para la inhumación se extremaron. Era la primera vez que los trabajadores del cementerio general debían de respirar detrás de mascarillas, protegidos con atuendos especiales para no caer enfermos.
Según el Sistema Informático Nacional de Defunciones (Sinadef) en esa primera ola hubo 1126 fallecidos por Covid en Chincha. Y cuando la población comenzó a relajar las medidas sanitarias se vino la segunda ola que trajo más tristeza y desesperación. Varias familias se quedaron con un integrante menos en el mejor de los casos y en otros murieron padres e hijos, victimas de esta enfermedad que obliga a no bajar la guardia.
Tras estos dos años del denominado paciente cero, se mantiene la emergencia sanitaria en el país. La población se vacuna, usa mascarillas cuando sale a las calles, vive todavía en un entorno en el que puede infectarse y de no atenderse adecuadamente puede terminar en una cama de hospital, esa a la que muchos temen llegar, porque el desenlace es incierto y todavía más cuando se trata de neumonía atípica.