Andrea Cruzado (Laredo, 1993). Publicó los poemarios “Materia” (Paloma Ajena Editores, 2015) y “Museum” (FEMT, 2018; reúne su primer y segundo poemario, Materia y El animal es un acto). Inició sus actividades como mediadora de lectura en la Biblioteca Municipal José Watanabe de Laredo en el año 2017. Está incluida en “Edición extraordinaria /antología general de la poesía en La Libertad 1918-2018″ de B.M. y representa muy bien a las jóvenes poetas en el Día Internacional de la Mujer conmemorado el pasado 08 de marzo.
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En Chachapoyas
Se trasladó a Chachapoyas por turismo y decidió vivir allí, por cuanto consideró que era el espacio ideal en donde debería ver crecer a sus hijos. En esa ciudad dirigió durante dos años clubes de lectura para niños en la Biblioteca Municipal Arturo Zubiate Zabarburú. Durante el 2021 y 2022 dirigió “Libros ¿para qué?”, programa de Radio Chachapoyas. Hoy, Andrea vive con sus dos hijos, Paulo y Laina. Paulo, heredero del ímpetu lector de su madre, la acompaña en el programa radial producido por la Municipalidad Provincial de Chachapoyas.
Segundo síntoma
Si bien es cierto la poesía de Andrea colinda con la temática erótica femenina de las poetas peruanas setentas (María Emilia Cornejo, Carmen Ollé; y ochentas: Rocío Silva Santisteban, Giovanna Pollarolo y Mariela Dreyfuss, entre otras), ella presenta variantes de mujer-madre. Claro está que las escritoras citadas tienen diferente registro de erotismo. Andrea se ubica con lenguaje sintético y sugerencias que superan lo corporal. Nos provee reflexiones existenciales correspondientes a su propia vida, y las depura en síntesis poética, acercándose, a veces, a lo escrito por Enriqueta Belevan.
Paloma Ajena Editores, que dirige Amos León, hace días presentó en la I Feria Internacional del Libro de Libertad el libro de poesía “Segundo Síntoma” de Andrea Cruzado. Esta obra consta de cuatro estancias: íntimo, historia, visión y plural. En suma, la poeta ratifica su ascenso en palabra y nervio. Intensidad y mensaje depurado. Es voz con luz.
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Íntimo
En este apartado desde la tristeza se orienta a la belleza esperanzada “Quiero creer/Que cuando estoy triste/Escribo flores/Parecidas al jazmín/Crecen como arbustos/En el precipicio/Como siempre/Revienta la f-l-o-r” (p.17). Es la infancia que desde el melodrama avanza al temblor del cuerpo y sobre el silencio, ante la narrativa de la vida que nos asalta. He aquí una muestra de su consciente uso del lenguaje: “Las palabras que me gustan/Son los verbos/Que se indican/La melancolía de los animales/La geometría de los cuerpos tristes/La piña en la mañana/Leche tibia a media tarde…Un verbo/Que yo misma/He de construir” (p.22). Es el binomio perfecto: mensaje y palabra, fondo y forma.
Historia
En esta estancia aparece la mujer que valora su existencia desde el tiempo auroral, por eso pondera la presencia del niño y la niña. Aflora su sentimiento maternal desde la introspección del ser social. Es la mujer con su nueva esperanza para los actuales tiempos “La luz requiere de grietas/Para ser descubierta/Como cuando las manos/De un niño/Que corre en el parque/Cubren partes/De su rostro/Él lo sabe/Ha enfrentado al sol/A la intensidad/Y al dolor” (p.34). El tiempo que registra los acontecimientos que nos despiertan vivencias inauditas, marca más allá de los síntomas. Solamente su sensibilidad sabe de la vida plena y escribir los versos “Mi niña/Perdida en el espacio/Mi niña/Ojos de ópalo/Cómo volverás a admirar/La belleza/Si ya ha sido tocada/Si ya ha sido quebrada” (p.36).
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Visión
En esta sección con la irreverencia de hijo-madre, rechaza el abandono y traza condiciones para que no la olviden. Entonces, Cruzado no deja de ser idealista, soñadora; con desenfado consciente supera su coyuntura quimerista, y a ratos deslinda de lo utópico. En el poema “Yo no quiero verte a los ojos, yo/No quiero que espíes más el cuerpo/Que dormita debajo de mis sábanas/(…) Y apareciste tú/Con tanto salvajismo/Tanta carne y el amor/Tan inútil amor/Dije que amo/Porque me enseñaste a hablar/Y repetí y repetí y repetí/Luego me ensañaste a leer/Y comprendí/ Com-pren-dí” (p.42). La poeta cuestiona el dolor, la llagas y sabe que Dios no existe ni lo sanará, antes de los 30. Desde lo íntimo, nos involucra en su historia y amplía su visión de mujer pensante y definida como ser social imprescindible.
Plural
Empieza celebrando el pensamiento. Pienso, existo. “Tu pensamiento/ Es el que quema/ Aunque débil/Aunque incorrecto” (p.49). Asimismo, nos habla de la verdad, de lo negado y futuro. Redondea su temática con el poema “Comprendo que ames aquel acto/-Exigencias de bondad-/ Los hijos/La casa/Los libros/La ropa/El trabajo/Pero debes entender/El mundo está fatigado/Su melancolía no alcanza para reconocer/Lo que él mismo ha engendrado” (p.54). Es, pues, mujer-madre-compañera de las nuevas generaciones, de lo individual a lo plural. De la particularidad a la totalidad. Es poesía auténtica y que promueve libertad. El libro es circular, revisando desde el título “Segundo síntoma”, y que no lo vuelve a mencionar hasta el último poema breve, pero rotundo “Ya empieza/Ya el sol/Nuevamente esta luz/Como un segundo síntoma” (p. 56). Vale.