Buey manso o doce cantos para disuadir al matarife es un libro profundo, donde el ritmo de la poesía de César Olivares nos lleva por la desafiante realidad de la vida del migrante andino: «Oh, enorme pélida de origen campesino/ renunciaste a la cosecha de piñas para inventarte un futuro/ en la dura pelambre de las ciudades»; y que debe vivir entre dos culturas en una sociedad que parece un ruedo de toros donde el hombre ha sido puesto a merced del matador: «Entonces la terapia consiste en respirar/ con los ojos abiertos/ por la nariz/ por la boca/ perforado el corazón/ mientras a horcajadas te ahogas con chorros/ de tu propia sangre/ una capa roja/ y el tercio de banderillas de tu sueldo mínimo».
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Los poemas son como escenas que van completando una historia, en ellos se suceden la enfermedad, la infancia, la muerte. La obra nos presenta ese Perú marcado por la tensión o conflicto, es la sociedad como una tarea inacabada; «Tú no eres de aquí/ Dicen/ Vuelve a tu pueblo de quincha/ y cañabrava/ No nos interesa tu inteligencia/ Ni tu 19.9 en gramática impura». Aún hay conquistadores y conquista y existe la necesidad de dar pelea en los hospitales, en el arenal, en las pérdidas que nos deja la muerte y aun en el mismo momento del recuerdo.
En este poemario, César Olivares nos propone un camino estético donde las palabras nos llevan a giros inesperados y luminosos. Donde la luz y la sombra, la esperanza y la muerte nos cantan su verdad. «Después de todo, estos cantos son como la vida:/ Una acumulación de tiempo y de ausencias».