“Es, hasta ahora, mi libro más exitoso”, dice con convicción Charlie Becerra, cogiendo el ejemplar de “Gringasho”, el retrato de Alexander Pérez Gutiérrez, el llamado sicario más joven del Perú, ese personaje que hoy purga prisión en Challapalca. Becerra acaba de presentar este libro de no ficción en Lima, donde ha tenido un recibimiento apoteósico, gracias a la sombría popularidad del personaje y al mérito del autor, por supuesto. Hoy lo presenta en Trujillo.
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Después de investigar y armar este retrato de “Gringasho” y de publicar el libro, ¿sientes de alguna manera que has desmitificado el personaje sombrío, que no es el monstruo que muchos piensan que es?
El personaje se ha vuelto aún más complejo en realidad. Hay partes del libro en que descubres que es un monstruo aún mayor de lo que pensamos, pero al mismo tiempo ves estas circunstancias desafortunadas las que lo convierten en eso. De alguna forma se descompone en partes pequeñas. Es al final un ser humano, pero un ser humano capaz de hacer las cosas más terribles.
¿Has recibido algunas objeciones sobre este asunto de “humanizar a un delincuente”?
Lo que la gente teme mucho es que esto sea una apología del crimen. Pero yo te aseguro que no hay una persona que termine el libro y piense “ay, qué lástima”, o “pobre muchacho”.
De todas maneras, producir algo, en este caso un libro, que presente a un villano que genere sentimientos encontrados es parte del éxito de un autor, ¿no?
Mira, yo tengo una novela, que es como el lado B de este libro: “Cachorro”. Y en esta novela sí, yo he recibido muchos comentarios de gente que a mitad del libro se sorprende y siente escalofríos al pensar: oye, por qué quiero que este personaje gane, si es un villano. Pero en el caso de “Gringasho”, quizás en el relato de sus primeros años, de su infancia, sí sientes algo de eso: él intentó no llevar esa vida. Él tiene tres tíos delincuentes, ¡tres! Y en un momento de su vida él va a vivir con su abuela, empieza a vender caramelos en la calle, intentando no vivir esa vida que le esperaba. Encima era un muchacho inteligente.
¿Es difícil mantener la objetividad en un caso como este?
Yo hago un mea culpa a lo largo del libro. Sobre todo en el último caso. Yo me permito dudar de la culpabilidad de “Gringasho”...
Y de la acción policial.
Efectivamente. Pero luego avanza la investigación y las cosas cambian. Tengo acceso a archivos y documentos nuevos. Es que recordemos que este no es un muchacho normal, un chico típico. Me sorprendí por haber caído en esa trampa con él.
Alguna vez declaraste que más que hacer literatura, te interesaba hacer una especie de escritura popular. Leyendo “Gringasho” uno encuentra que el lenguaje es llano y lineal, en comparación, por ejemplo, a tu primera novela. Diría que es un lenguaje que se aproxima a lo periodístico.
Creo que cada libro requiere su propio tono y dinámica. Para mí, este libro era como escribir una novela policial. A diferencia de “Solo vine para que ella me mate”, que es más literaria, aquí requería sequedad y más dinamismo. Eso era precisamente lo que quería lograr. Que empieces a leerlo hoy y puedas acabarlo a lo mucho el fin de semana.
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¿Qué fue lo más complicado que afrontaste al hacer este libro?
Este libro se dio a la sombra del libro “Plata como cancha”. Entonces la gente de la editorial Crisol estuvo muy pendiente de eso e hizo una rigurosa revisión. Luego, una cosa que me hizo pensar en que este libro no podría salir es el hecho de no tener la versión del protagonista. Tenía pocas esperanzas, por tratarse de una persona joven y que prefería no decir nada para no complicarse. Aún así pude conversar con él. Le hice las preguntas que quería hacerle. Se dio cuando lo capturaron.
En una entrevista anterior me comentaste que tenías interés en explorar otros temas, más allá de las balas. Pero parece que las balas tienen para rato, ¿cierto? (Ríe)
Sí, hay varias balas ahí... Desde hace mucho tiempo que quiero hacer otras cosas, pero... a ti te debe haber pasado, encuentras un dato, de pronto, y dices esto no lo había oído antes, tengo que saber cómo termina. Me ha pasado con este libro.
¿Sabes que eso es algo muy periodístico, que esa sensación es muy propia de los periodistas?
Sí, exacto. Quizás por eso me siento tan cercano a esa profesión, aunque no la ostento.
Este año ya tendrías que celebrar el Día del Periodista.
Sí (ríe). Ya está. Me autoinvito.