El ejercicio poético de Gloria Portugal evidencia una escritura que, desde un todo, metaforiza los distintos acontecimientos en reflexiones de lo que como humanidad transitamos.
El ejercicio poético de Gloria Portugal evidencia una escritura que, desde un todo, metaforiza los distintos acontecimientos en reflexiones de lo que como humanidad transitamos.

El discurso poético de lo cotidiano. ¿Es la poesía el discurso que trasciende la narrativa de lo cotidiano y convierte en imágenes nuestras historias? Desde mi perspectiva, el trabajo poético de Gloria Portugal nos sitúa en medio de un constante devenir en el que se entrecruza las narrativas cotidianas que circulan en nuestra mente, pero que solo desde la lírica adquieren la transcendencia necesaria para convertirse en imágenes que, instaladas en el imaginario, nos ayudan a entender lo que somos y lo que no podemos ser. Al respecto, Rosario Ferré decía que los escritores verdaderamente buenos son aquellos que pueden combinar la concepción poética del mundo interior con la percepción cotidiana, nacional y social que nos rodea.

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El discurso poético como un todo

En su explicación sobre la noción de poesía en Aristóteles, el escritor francés Jaques Ranciere señala que, para el filósofo griego, la poesía es más filosofía que la historia porque la poesía construye argumentos causales que unen a los eventos en un todo, mientras que la historia solo narra los eventos como se desarrollaron. Sin desmerecer el ejercicio narrativo de los historiadores o novelistas, pienso que lo afirmado por Aristóteles coloca a la poesía en lugar significativo y justo; asimismo, nos permite entender el ejercicio poético de Gloria Portugal; una escritura que -desde un todo- metaforiza los distintos acontecimientos en reflexiones de lo que como humanidad transitamos.

En su poemario Estrellas en el cielorraso, Portugal -a través del sujeto lírico- amalgama distintas voces del pasado y del presente que, convertidas en imágenes de un solo discurso, pretenden ser las claves para justificar el futuro. En el poema Facilidades de pago, por ejemplo, el sujeto lírico aspira a conseguir la felicidad de la manera más humana, única y terrenal posible: comprándola. Sin embargo, es consciente de que inevitablemente al final la felicidad siempre será una tregua que tarde o temprano se irá diluyendo; “Ah, si pudiera comprar la felicidad / llevarla a casa / a solo firma de un papel / como se hace con una refrigeradora / o un televisor … más al cabo de cierto tiempo / tal vez tendría que entristecerme / porque se echó a perder muy pronto / sin yo haber terminado / de pagar sus cuotas”. En este fragmento se presenta de manera muy consciente la calidad de lo humano, no solo por la aspiración universal de ser feliz, sino también por el reconocimiento de lo material y limitado que somos.

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Los fantasmas familiares

La primera parte del poemario se titula Historias de fantasmas y presenta distintas escenas familiares en las que el sujeto lírico ha formado su subjetividad. Los conflictos con las voces paternas hacen del hogar un espacio sombrío en el que las emociones se esconden detrás del silencio y solo el recuerdo es capaz de recobrarlas. Por ejemplo, en el poema Hillman 1976 el sujeto lírico evoca una escena familiar caracterizada por la presencia de un antiguo vehículo; “Desde entonces él y yo llevamos vidas paralelas: / fuimos testigos de infortunadas escenas familiares / de la apatía de padre y la amargura de mi madre / poderosos ácidos que comenzaron a corroer / nuestros colores”. Aunque no se menciona el término ‘carro’, en este fragmento destaca principalmente la comparación que realiza de sí la voz poética con el viejo automóvil; no desde las posibilidades físicas, sino desde la condición de testigos del drama familiar.

En este sentido, tanto el sujeto lírico como el vehículo han sido testigos del quebrantamiento, pero solo lo humano es quien sufren las circunstancias del tener la conciencia plena de lo vivido. El final del poema nos remite a la voz de Rubén Darío en Lo fatal; mientras el poeta nicaragüense resalta la dicha del árbol que apenas siente y de la piedra que no siente nada; se conduele del dolor humano que está condenado a sentir. Por su parte, Gloria Portugal construye una voz que envidia el descanso del carro jubilado y se conduele de sí misma; “por eso, cada vez que mi padre dice que / tengo la misma edad de aquel carro / no puedo envidiar sentir su suerte: /mientras él apaciblemente descansa / yo aún tengo que seguir corriendo”.

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La poesía en cotidiano y pragmático

La segunda parte del poemario se titula Luces del semáforo y aquí sobresale el modo en que el sujeto lírico configura distintas apreciaciones de cómo los elementos naturales externos interactúan con su subjetividad; estas impresiones se dan desde lo cotidiano, pero interceptadas por el quehacer poético. Por ejemplo; en el poema El Bombero, el sacrificio del personaje que arriesga su vida transciende su labor, pues se ofrece aquí una visión estética de lo humano; “El azar y la fatalidad / pasaron por allí minutos antes / es el fuego soberbio quien atrae las miradas / y llenan toda la pantalla”. Finalmente, la tercera parte del poemario titulada Billetes falsos nos ofrece una visión más pragmática, no del sujeto lírico, sino de la forma en que el mundo de las urgencias económicas y cotidianas entran en diálogo con las subjetividades del tiempo y el sentido. Además de Facilidades de pago que comentamos al inicio, aquí destacan los poemas En la carnicería y El cliente.

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La poesía no está sólo en los versos; como señala Marco Antonio Campos, también se halla en los pasajes naturales o urbanos, en los repentinos o geométricos vuelos de las aves o en el movimiento gráciles de los seres vivos. Con el trabajo literario de Gloria Portugal puedo afirmar categóricamente que la poesía también está en esos momentos cotidianos que desde lo familiar y lo social nos interpelan y nos hacen cuestionarnos de lo que somos; pero, sobre todo, de lo que en algún momento fuimos.

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