Poetas jóvenes del Alto Trujillo, autores del libro Poesía de Arena III (2021).
Poetas jóvenes del Alto Trujillo, autores del libro Poesía de Arena III (2021).

Días antes de la Navidad, Gandi Calderón, poeta joven, flamante ciudadano de esta sociedad tan desigual e incomprensible, me hizo una grave pregunta, a pocos metros de su humilde casa, al pie del cerrito Bolongo en el Alto Trujillo: ¿Por qué es tan difícil publicar un libro?

Contestar semejante cosa, en el corazón de un centro poblado avasallado por todas las carencias materiales y los problemas de origen social, pasando de la violencia en sus amplias variantes a la incertidumbre más opresora, es – inexorablemente - un escándalo. Gandi escribe desde los catorce, ama las palabras y sus infinitos secretos, aquellos que aprendió a intuir desde la adolescencia en que empezó con la escritura de los versos mediante un proyecto municipal de cultura que dirijo, con estoicismo de mártir, hace casi dos décadas; cuando inició la pandemia todavía era escolar y vendía mascarillas por las polvorientas calles de esa alejada zona de la provincia. Muchas veces, cansado, se detuvo en algún barrio a pensar en ese poema que le salvara el día o la vida, me cuenta, con ese brillo en la mirada que solo tienen los poetas, a pesar de todo. Hace poco ejerció de minero, trabajando en los socavones de un pueblo de la sierra liberteña, haciendo unos centavos para soñar con los estudios universitarios. Actualmente, Gandi es obrero en una empresa esparraguera pero sabe que la poesía no lo abandona, más aún, lo fortalece. Quiere ser abogado, sabe que la injusticia es poderosa, pero tiene puntos débiles.

Medaly Cruz migró a estas tierras muy niña, procedente de un caserío de Huamachuco. En los densos y calientes arenales del Alto Trujillo transcurrió su infancia, su primera juventud. Ella es pequeña de estatura y su sonrisa denota inmediatamente la inocencia del ande, como una natural epifanía. La telúrica nostalgia es ostensible si te detienes en sus ojos; la inflexible realidad de estos lares, lejos de la exaltación de la siembra y la cosecha en otro tiempo y latitud, no ha podido con su inmensa ternura. Meda, como le llamo desde que apareció en mis talleres de creación literaria hace una década, vendió atados de alfalfa y verduras en el mercado del centro poblado para subsistir y ahora es empleada doméstica, cama adentro, en una residencia de El Golf. Lucha, jamás se ha rendido. Ha llevado su expresión poética a grados estéticos importantes, como lo evidencia de alguna manera los concursos literarios que ha ganado, incluso a nivel nacional. Medaly Cruz tiene veinticuatro años, terminará su carrera universitaria muy pronto, y espera con ansia ese momento. En cierta ocasión me dijo que quería ser alcaldesa de su pueblo; espero, por el amor de Dios, siga abrigando ese deseo.

El padre de Deysy Espinola, dirigente vecinal, murió abatido por un sicario, una noche hace cinco años, a cincuenta metros de su humilde hogar. Varios balazos retumbaron en el quinto barrio de la peligrosa zona. Deysy apenas terminaba la secundaria en el colegio colindante con el cerro del lugar. La poesía fue su catarsis más cruenta y efectiva. Los terapeutas que la trataron solo prescribieron narcóticos y fármacos antidepresivos de alto espectro. El dolor fue su derrotero, la muerte su viva y permanente cicatriz a tan temprana edad. Deysy enfrentó la descarnada escena de su padre asesinado, cientos de días y noches, por varios años. Hasta ahora se estremece ante el recuerdo ineludible pero ya no se paraliza como antes. Escribe, realiza trabajos eventuales para ayudar a su madre y hermanos menores, busca un instituto, un cenecape, una esperanza, algo que le ayude a seguir. La imagen de su padre es su inspiración. Ya no maldice la vida. Ya no se quiere morir…

Y podría seguir citando historias y perfiles de los grandiosos jovencitos que vengo encontrando hace más de quince años por estos arenales de la zona periférica de la provincia, en mi afán de promover cultura, libertad y belleza mediante la palabra escrita. Adolescentes que se vuelven ciudadanos y que reconocen en la creación literaria una vía de redención, un instrumento para alterar lo absurdo de la existencia, una digna revancha ante la adverso. El centro poblado Alto Trujillo ha sido para mí, más que sinónimo de resistencia, signo de perseverancia en este asunto de la vida. Parece mentira que una aventura educativa plasmada en un proyecto municipal, como Poesía Joven, me haya llevado prácticamente a la mayoría de distritos y zonas urbano marginales de la provincia de Trujillo por casi todo lo que va del presente siglo, buscando y apuntalando talentos para la literatura. Pero definitivamente esta travesía de arte y cultura halla su leitmotiv en la expresión profunda de una generación parida entre los arenales y las piedras, pugnando íntima y socialmente por no seguir invisibilizados en la constante marginación.

Hace poco más de un año, en pleno epicentro de la pandemia, nos planteamos con Lírica en Arena - un grupo de poetas jóvenes de 15 a 30 años de edad, moradores de las inmediaciones del cerro Bolongo y formados en el proyecto líneas arriba referido - publicar un nuevo libro. El décimo volumen de Poesía Joven en sus casi dos décadas de trayectoria, y la tercera obra literaria escrita íntegramente en el sitio donde dicen empezó a fraguarse el crimen organizado justo en el nacimiento del presente siglo, o sea el Alto Trujillo.

Libro Poesía de Arena III (Editado por el Instituto de Gobernabilidad del Perú, 2021/ 208 páginas).
Libro Poesía de Arena III (Editado por el Instituto de Gobernabilidad del Perú, 2021/ 208 páginas).

No es materia de esta crónica dar cuenta de cómo se publicaron los anteriores libros con los poetas jóvenes de otros años, en este mismo centro poblado; basta decir – más por razones de espacio que de impotencia - que siempre fue accidentado su afán de contribuir culturalmente a la sociedad. Puertas cerradas, negativas de apoyo edil, a pesar de la existencia de un fondo editorial regentado por la comuna, y más aún cuando la iniciativa cultural que nos ocupa representa un proyecto innovador de la municipalidad provincial.

Muchas bolsas de caramelos vendidas en el camino de estos años para solventar pasajes, muchas polladas pro cultura al pie del cerro, y en contraste, también mucha fe en los imposibles. Pero retomando la secuencia de los hechos, hace poco más de un año otra negativa hería de muerte los afanes literarios de estos vates de las arenas, sencillamente el fondo editorial les dijo que no, que para otra oportunidad será.

Definitivamente, publicar libros no constituye prioridad. Y así, nos embarcamos, por enésima vez en la odisea de publicar un libro desde la más absoluta orfandad. Y lo logramos. El libro Poesía de Arena III / Poetas Jóvenes del Alto Trujillo 2021 vio la luz en agosto último más con apoyo de filántropos que de autoridades y se presentó por lo alto en el Teatro Municipal.

Padres de familia, vecinos y docentes de esa jurisdicción olvidaron indiferencias en su infinita modestia y generosidad y compartieron auditorio con alcalde de la provincia y funcionarias de educación y cultura, las carteras respectivas.

Esa tarde del 31 de agosto, en el primer escenario cultural del centro histórico, se escucharon discursos protocolares sobre el encomiable compromiso municipal con la cultura, y la primera autoridad firmó libros y se tomó cuanta foto pudo con el respetable, aprovechando la tendencia a la baja en la estadística de los contagios, pero siempre con doble mascarilla por si acaso.

La alegría del acto cultural concedió de algún modo estas licencias. Todo quedaba listo para el siguiente paso, presentar el libro y difundirlo sin fines de lucro en la capital. Es así que padres de familia, docentes y autores cursaron a inicios de noviembre, no sin poca esperanza, una carta formal a la municipalidad de Trujillo solicitando apoyo para que una delegación cultural, presidida por el señor alcalde si lo quisiera, viaje con los viáticos básicos a cumplir este trascendente objetivo, comprometiéndose a rendir cuentas de cada centavo de la subvención edil requerida, como corresponde.

La inesperada y nueva negativa al pedido fue lo más decepcionante. ¿Cómo le explicas tanta piedra en el camino a jóvenes que desde que atisbaron la luz en este mundo están acostumbrados a verlas como mudas testigos del destino? ¿Cómo hablarles de la importancia de la cultura si en el fondo pensamos, y sentimos, que la cultura no sirve para mucho? ¿Cómo hacer para sensibilizar la agenda del desarrollo humano en los vericuetos administrativos y burocráticos de la cosa pública? Escribo estas líneas apretando las manos, pensando en las historias, talentos y proyección cultural de los poetas jóvenes del Alto Trujillo, y no me explico tanta indiferencia, descuido o negligencia con los que tarde o temprano harán de este mundo un rincón más digno para la vida.