Los congresistas han desnaturalizado el concepto de la Semana de Representación. Y en este periodo la situación se ha empeorado en virtud a que ahora los legisladores tienen luz verde para ir donde les plazca durante la dichosa semana en que reciben viáticos, justamente, para hacer trabajo de representación de la ciudadanía que los eligió. Es decir, gracias a la aprobación de una nueva normativa en este periodo, los congresistas ya no están obligados a viajar en esos días a la región donde fueron elegidos. Esto ha traído distorsiones clamorosas al concepto, como se ha podido ver recientemente.
En La Libertad, por ejemplo, más de un congresista aprovecha la dichosa semana de representación para ir a la tierra que los vio nacer, pero donde no viven ni fueron elegidos. Es el caso de Héctor Acuña, que ha acudido a Chota, Cajamarca, durante tales fechas de representación. Incluso, uno de esos días acudió para recibir un reconocimiento. También es el caso de Carlos Alva, que ha viajado a la selva, a San Martín. Alva es conocido en Trujillo desde mucho antes con el apelativo de “charapo”, precisamente.
Víctor Flores, de Fuerza Popular, ha tenido por su parte viajes al sur, como Tacna y Moquegua; aunque también ha llegado más de una vez a Trujillo. Y el caso de Diego Bazán también es curioso, pues si bien él ha llegado repetidas veces a La Libertad durante esas jornadas mencionadas, registra una actividad protocolar en Lima, la capital del país, donde suele estar normalmente por su labor congresal. Es decir, ¿qué sentido tiene aquí el uso de los viáticos? ¿Se les entrega recursos a los parlamentarios para que acudan a ceremonias protocolares a recibir reconocimientos o a entregar reconocimientos? ¿Se les paga los viajes para que vayan a visitar a sus familiares y otros?
Hace poco, en Lima, hubo también una polémica debido a que algunos congresistas, como Adriana Tudela y Alejandro Cavero, acudían a regiones del oriente para hacer trabajo político ideológico en colegios durante la semana de representación. Los legisladores hacen política, y tienen que hacerlo siempre, pero no utilizando los recursos que les damos para otro tipo de actividad, esto es, recoger las demandas de la ciudadanía y ayudarlos a resolverlas.
Es cierto que lo aquí señalado no reviste ninguna ilegalidad, pues como decimos así lo indica ahora la norma, gracias al Congreso actual. Pero resulta que les estamos pagando los viajes a los congresistas, con todos sus gastos incluidos, para que hagan cualquier cosa, menos representar a sus votantes.