Las adolescentes entre 14 y 17 años de edad son las víctimas predilectas de las mafias de trata de personas, que las utilizan con fines de explotación sexual.
Ellas son captadas a través de populares redes sociales como TikTok, Instagram y Facebook. El camino para llegar a ellas es la amistad o el enamoramiento.
De acuerdo a investigaciones de las autoridades en Lambayeque, sujetos jóvenes entablan contacto con las adolescentes y, tras ganarse su confianza, aprovechan alguna vulnerabilidad para pedirles que se fuguen de sus hogares.
Dependiendo del tipo de organización delictiva, las víctimas pueden terminar en Tacna, Cusco y Madre de Dios para ser prostituidas en bares y hoteles; o ser sacadas a través de la frontera con Ecuador.
Aunque sucede en menor medida, la Policía Nacional y la Fiscalía han identificado a niñas y adolescentes siendo explotadas en mendicidad y actividades agrícolas.
“La trata de personas es un delito que atenta contra la dignidad humana, pero del cual se habla poco. Es necesario que los padres de familia orienten a sus hijos sobre este problema para prevenir. En la mayoría de casos, se ha llegado a las víctimas a través de los operativos, porque es muy difícil que ellas denuncien”, detalla la coordinadora de la Unidad Distrital de Asistencia a Víctimas y Testigos (Udavit) de Lambayeque, Neysla Guevara Alarcón.
Agrega que la trata no es solo un ilícito penal, sino también un forma de violencia que sufren las mujeres dentro de la sociedad.
“Las mujeres u adolescentes quedan atrapadas en un círculo de constantes amenazas y abusos, si se rebelan corren el riesgo de ser asesinadas. También está el trauma emocional que deja huella. Una vez que son recuperadas, ellas necesitan de asistencia psicológica para reintegrarse a la sociedad, pues han vivido secuestradas”, afirma la especialista.
La Udavit desarrolla campañas informativas sobre el delito de trata de personas en colegios y universidades, pero Guevara enfatiza en que se necesita más participación de las organizaciones sociales o comunitarias, de las empresas de transporte interprovincial, asociaciones de hoteles y restaurantes, agencias de turismo y, en el Estado, de los sectores educación, salud y trabajo para llegar a más espacios públicos y evitar nuevas víctimas.
Las víctimas por trata en Chiclayo provienen de zonas rurales, Jaén y de comunidades amazónicas. La falta de oportunidades las deja a merced de mafias.
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Mujeres extranjeras entre las víctimas
En lo que va del año, la Fiscalía registra 30 víctimas por el delito de trata de personas, y un porcentaje de ellas son mujeres extranjeras provenientes de Venezuela, Colombia y Ecuador.
“La mayor parte son de Venezuela, que por la situación de este país migran para mejorar su economía; sin embargo aquí el drama es más complejo porque son captadas por sus amigos o amigas que les dicen: oye, ven aquí, tenemos trabajo para ti. Pero es una trampa”, explica la coordinadora de la Udavit.
La vulnerabilidad de las extranjeras es más alta, si no cuentan con familiares o el apoyo de personas de confianza. Se trata de jóvenes con una economía personal precaria, que además deben sortear prejuicios y xenofobia.
Las víctimas de trata, de procedencia extranjera, fueron rescatadas en hoteles de Chiclayo, José Leonardo Ortiz y La Victoria, a través de los operativos ejecutados por la Policía Nacional, Fiscalía y Migraciones. Tras haber brindado sus testimonios, la mayoría de ellas accedió a las ayudas de ONGs para retornar a su país de origen.
El año pasado, 4 ciudadanos extranjeros fueron condenados a 10 años de cárcel por trata de personas en agravio de una joven que fue traída desde Venezuela. Ella fue obligada a prostituirse y era constantemente amenazada con una granada de guerra.
Tras brindar su declaración, la víctima se fue de Chiclayo sin dejar rastro y no se descarta que haya sido amedrentada.
El Observatorio Nacional de Seguridad Ciudadana indica que, a marzo de este año, el 72.6 % de las víctimas de trata de personas son captadas con fines de explotación sexual y laboral; el 90.6 % de las víctimas son mujeres, y el 48.1 % son adolescentes, niñas y niños.
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