No hay crimen perfecto. Cadáveres ocultos en maletas, en cajas, dentro de cilindros cubiertos con cemento, enterrados, calcinados y descuartizados han sido las formas empleadas por feminicidas para desaparecer el cuerpo del delito pero el reciente caso de un taxista que estranguló y recurrió a lo extremo que ha llamado la atención a detectives de la División de Investigación de Homicidios de la Dirincri: desintegró a su mínima expresión gran parte de los restos humanos.

El móvil que habría llevado a Víctor Mauro Ibarra (53) a actuar con extrema crueldad y perversión fue que no aceptaba que su exesposa ya tenía una nueva relación amorosa y que ella y él ahora solo eran amigos, de acuerdo a las pesquisas, informó el coronel Víctor Revoredo Farfán, jefe de la División de Investigación de Homicidios de la Dirincri.

EXECRABLE FEMINICIDIO

De acuerdo a las pesquisas y pericias técnico científico, el feminicidio ocurrió el 17 de marzo. Mauro lbarra planificó al detalle de su atroz crimen. Pidió a su hermano las llaves de la casa de sus padres ubicado en la urbanización La Castellana, en Surco. Ahí llevó con engaños a su expareja, Lucy Melgarejo Osorio (50). Salieron de la vivienda que aún compartían juntos con el pretexto de que iban a realizar compras.

La escena del crimen, una vivienda en la urbanización La Castellana, en Surco.
La escena del crimen, una vivienda en la urbanización La Castellana, en Surco.

En el lugar sostuvieron una discusión y la mató. “Yo en un descuido la agarro del cuello por atrás y de allí a no me acuerdo, no sé si la he goleado, no sé como la tiré al piso”, fue lo que dijo inicialmente Mauro a los detectives de la División de Investigación de Homicidios el 22 de abril que se descubrió el asesinato de Lucy Melgarejo. Esa tarde admitió su delito y contó con lujo de detalles la forma de como dio muerte a la madre de sus hijos pero horas después optó por guardar silencio en las investigaciones.

De acuerdo a las pesquisas, al día siguiente del feminicidio, Mauro Ibarra compró una congeladora y ahí ocultó el cadáver para que se conservara y no entrara en estado de descomposición y ello no alertara a los vecinos. En los siguientes días maquinaba como deshacerse del cuerpo del delito y decidió adquirir una amoladora eléctrica con la que después cercenó el cadáver.

“No sabía cómo hacerlo (cercenarlo) y lo hice poco a poco”, dijo la tarde de su detención. En los siguientes días sometió a los restos a un proceso de desintegración a su más mínima expresión (que no podemos detallar para no herir susceptibilidades) para después colocarlos en bolsas y trasladarlo en su auto hasta un cuarto alquilado en el que vivía, cerca de la escena del crimen, y los botaba por el desagüe.

Este trabajo de deshacerse de los restos lo hizo en los largos 33 días. En el día trabajaba normal y en las noches pasaba por la casa de La Castellana para proseguir con su macabro hecho.

Los restos cercenados, entre ellos la cabeza, los mantenía guardados en la congeladora que celosamente la tenía forrada y cerrada con cadena y candado para que ningún familiar que llegara de visita pudiera descubrirlo.

El coronel Revoredo señaló que durante estos 33 días, el celular de la víctima estaba activado y respondía los mensajes por WhatsApp más no las llamadas y eso llamó la atención a sus familiares que iniciaron sus búsqueda dos días antes del descubrimiento del feminicidio.

El oficial refirió que es el primer caso que se encuentran de la forma más criminal y perversa de una persona para deshacerse de un cadáver. “No todas las personas que cometen un asesinato acaban desmembrando, desapareciendo las evidencias probatorias como en este caso”, precisó.

“En este caso tuvo acto preparatorio con la única finalidad satisfacer sus instintos criminólogos y supuestamente tener una paz mental que nunca la iba a tener. Es la primera vez que nos encontramos frente a un caso de la forma intentó desaparecer en su totalidad los restos cercenados”, dijo el oficial.

“Las pericias técnicos científicas, el acopio de evidencias en el registro complementario del investigado como son los vouchers de la compra de la congeladora, de la moledora, demuestra que hubo una preparación antes, durante y después de este execrable asesinato. Además de los restos humanos en la congeladora y la cabeza de la víctima en una olla”, refirió el coronel Víctor Revoredo a este diario.

EXTREMA CRUELDAD Y PERVERSIÓN

El hombre en casos extremos llega al feminicidio, que es el último peldaño de toda una escalada de agresiones contra la mujer que comienzan con insultos, con la descalificación, con la negativa de que tomen decisiones dentro de la pareja luego viene el maltrato físico, empujón, un puñete, esto continua con agresiones dentro de la pareja y finalmente viene el feminicidio, explicó el psiquiatra Carlos Bromley, jefe de Salud Mental del Ministerio de Salud.

“Lo que se había visto hasta ahora es que las descuartizaban las ponían en cajas, maletas, y las tiraban en el río para desaparecerlas. Pero casos extremos están llegando a aparecer y creo yo que son la expresión más cruel y perversa del machismo de la violencia machista del hombre contra la mujer, que no acepta que una relación terminó. Y peor aún no acepta que su expareja pueda iniciar una nueva relación con otra persona”, sostuvo el especialista.

Esto tiene un nombre: la violencia machista psicopática. Estas personas planifican porque están totalmente en plena conciencia de ellos mismos, están cuerdos, no tienen trastornos mentales, no son enfermos mentales, son personas cuerdas que saben lo que han hecho y tienen plena conciencia del acto realizado y pretenden desaparecer el cuerpo de manera planificada. Son calculadoras, frías, no tienen remordimiento por lo que han hecho. No sienten culpa. Asesinos que asisten a los sepelios de sus víctimas y niegan todo y luego se descubre que son los asesinos. Esos son los psicópatas”, precisó.

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