Caverna profunda que atesora muchos secretos
Caverna profunda que atesora muchos secretos

El distrito huancavelicano de Ñahuimpuquio aloja en su territorio a una de las cuevas naturales más profundas de Los Andes centrales, una formación geológica poco conocida pero rica en leyendas mágicas que estremecen a cualquiera.

Pukamachay o Pika Machay (cueva roja) está a 3800 metros sobre el nivel del mar a escasas cuadras de la Carretera Central, en Ñahuimpuquio.

Se encuentra al pie de un acantilado rocoso y su profundidad horizontal pasa largamente los 100 metros, después continúa por galerías que se elevan hasta una distancia que muy pocos conocen.

Las sales que caen de arriba forman imágenes
Las sales que caen de arriba forman imágenes

Wagner Herrera Ramos, una autoridad en la materia, cuenta a partir de relatos tradicionales, que esta caverna se conecta con otra que está al sur, en Acostambo, a unos 4 kilómetros.

Otra versión que llegó a sus oídos es que al interior de este subterráneo existe un campo paradisíaco en donde pastan ovejas, vacas y cerdos. De estos últimos se dice que al salir del interior lo hacen masticando choclo.

Pero no solo eso, hay un tercer relato que señala que en tiempos antiguos existía en la zona un lagarto descomunal de nombre “Tartaco” que comía caballos y que después de su festín reposaba en Pukamachay.

Sin embargo, una narrativa urbana menos ficticia da cuenta que, en plena Guerra del Pacífico, esta cueva fue utilizada por los lugareños para huir de los chilenos, esconder sus bienes y proteger a sus niños, mujeres y ancianos, a quienes ocultaban en este lugar mientras los invasores pasaban de norte a sur y viceversa.

DESCRIPCIÓN

La cueva tiene un pasadizo transitable de unos 3 metros de ancho y 4 metros de alto en promedio. Es relativamente húmeda pero nada que pueda impedir su circulación.

A unos pasos del ingreso hay una formación rocosa con silueta de una Virgen de unos dos metros de alto.

Y a unos 70 metros de profundidad hay un pórtico que divide el paso, lo que aumenta el aire tenebroso en la cavidad. Quienes se atreven a ingresar lo hacen con linternas.

Los techos en el sitio están llenos con estalactitas de forma cónica, producto de la caída de sales que, con el paso del tiempo, cobraron diversas figuras.

Pero eso no es todo, en el pasaje también hay restos óseos de algún mamífero, así como vestigios de rituales y, como suele suceder, basura plástica por todos los rincones.

Julio Bendezú Pérez, cultor en historia, señala que este lugar debería ser puesto en valor para que reciba de manera responsable y sostenida a visitantes nacionales y extranjeros.

INKAMACHAY

Y si de formaciones geológicas se trata, no solo está Pukamachay sino Inkamachay, ubicada a unos pasos de la Carretera Central, en Ñahuimpuquio.

Se trata de un abrigo rocoso de unos 100 metros de largo, cuyos voladizos pueden llegar a 10 metros de longitud, dicho de otra manera, es un techo de roca que sobresale desafiando la gravedad. Según algunos narradores, este lugar fue utilizado por los antepasados para refugiarse de amenazas climáticas. Incluso algunas versiones mencionan que aquí hubo pinturas rupestres estampadas por los naturales hace miles de años atrás.