“Aquí en el monte está helado y no hay poncho que me cubra, el que tenía lo he dado para que abriguen a la luna...”, cantaba y cantaba antes de desaparecer Mao Mollehuanca Paredes. Su hermano Jhon recuerda esa última escena como un preludio de muerte. “Me pidió repetir una y otra vez, esa vieja canción del Te Mucano”, solloza.
Un 24 de setiembre, su madre los trajo al mundo. Sí, el mismo día que Mao salió para nunca más volver. “Él era mayor que yo, por 15 minutos”, evoca.
En noches de bohemia, celebrando su cumpleaños se decían uno al otro: “Hoy estamos cumpliendo un año y nueve meses más de estar juntos hermano”.
Hallazgo
El día lunes 5 de octubre, antes del mediodía, el cuerpo sin vida del médico veterinario fue encontrado en la cima del cerro, en cuyas laderas está Huaje. “Cuando ví su cadáver, sentí desfallecer, recordé todo lo que vivimos. Fuimos juntos, al jardín, a la escuela, al colegio, a la universidad, somos colegas, una parte de mi se fue, me siento incompleto”, suspira.
Mao deja en la orfandad tres hijos, la mayor tiene 16 años, el segundo tiene 15 y la menor 5. “Era un tipo inteligente, amante de la trova, cariñoso”, rememora.
Diligencias
El día de hoy a las ocho de la mañana recién se realizará la necropsia al cuerpo de Mao. Con los resultados se tendrá claro las causas de su muerte. “El cuchillo que se encontró a pocos metros del cadáver de mi hermano, permiten afirmar que fue asesinado. Nosotros queremos saber la verdad, por más dolorosa que sea. Exigimos justicia”, reclama.
El día de mañana jueves recién se estará en condiciones de darle cristiana sepultura. “Somos una familia muy creyente y nos encomendamos a Dios para que se de con el o los responsables de esta insania”, termina.