El experimentado actor reflexiona sobre el teatro peruano y la industria televisiva , y nos cuenta de su última puesta en escena en el Teatro de Lucía. (FOTOS: LEANDRO BRITTO / GEC)
El experimentado actor reflexiona sobre el teatro peruano y la industria televisiva , y nos cuenta de su última puesta en escena en el Teatro de Lucía. (FOTOS: LEANDRO BRITTO / GEC)

El actor afirma que no es un hombre que se duerme en sus laureles. Cuando se dio cuenta que el confinamiento en quincena de marzo de 2020 tenía para largo, inmediatamente abrazó con entusiasmo la virtualidad. “Esperé a la tercera semana del confinamiento y dije: ‘empecemos a ver el mundo virtual, a ver cómo es’. Empecé con un taller, que se iba a dictar primero de forma presencial y les pregunté a los chicos si nos mandábamos con la virtualidad, me dijeron que sí, y esa fue mi primera experiencia. Fue muy rápido”, recuerda el actor y profesor de teatro.

¿Complicado?

A pesar de no ser tan tecnológico, no me costó mucho. No fue tan complejo entrar a zoom porque, además, por trabajo yo ya usaba la virtualidad desde antes de la pandemia.

Completamente adaptado entonces…

Después pusimos una productora con la idea exclusiva de escribir obras para la virtualidad, usando justamente el Instagram, e hicimos hasta 12 obras el año pasado. Al principio funcionó porque la gente no podía salir de casa pero después cuando ya se levantaron las restricciones eso bajó un poco.

Y en medio de los meses más grises de la pandemia, se discutía si esa forma artística virtual era o no teatro…

Que sea o no sea es irrelevante para mí. Lo importante y lo interesante fue cómo rápidamente nos adaptamos a lo que estaba pasando, y eso es lo que siempre pasa con el teatro, que tiene que adaptarse.

Más allá de la discusión académica o purista del teatro, lo importante es que acercó el teatro al público, básicamente porque se pudo romper las fronteras. De llegar a un público que no te veía. Por ejemplo, antes dictaba talleres presenciales a los que viven acá, en cambio, en la virtualidad también llegaba gente de afuera, extranjera o peruanos de otras regiones, en fin, de todos lados. Eso es una ventaja.

¿Crees que llegó para quedarse y para acompañar el teatro que ya conocíamos?

No lo sé. Eso va a depender de la gente y el mercado. Si la gente empieza a consumir eso y reclama eso, pues lo haremos. Grabar también tiene un costo, hay una inversión que requiere ser recuperada.

Dentro de toda la desgracia de esta coyuntura, la pandemia aceleró una virtualidad que nos respiraba en la nuca y no estábamos viendo del todo.

Es cierto, la pandemia ha acelerado la virtualidad, pero está desde el siglo pasado, en los años 90′, un amigo mío vino de España y me dijo eso: ‘el mundo que se viene es el mundo virtual, hay que poner una escuela de formación virtual’, y eso empezó a pasar con las universidades.

¿Pensabas que estaba loco tu amigo?

Lo qué pasa es que yo viví en Europa, justamente en España, y allá me di cuenta que nosotros estábamos 30 años atrasados. En la época que vino mi amigo, yo trabajaba en ESAN -que era la única escuela de negocios- y de pronto llega más competencia, y la escuela no se quedó esperando a que todos vengan a Lima, se fue a las provincias, los profesores viajaban los fines de semana a dictar cada 15 días, pero el resto de días habían clases virtuales. Y te digo esto para probar que la virtualidad no es algo que no haya existido, ya estaba.

¿Cuál es el problema con la industria de la televisión en nuestro país que no termina de despuntar?

Es una pregunta que yo me vengo haciendo hace 40 años, qué hacemos que esto no funciona y no logramos cuajar esa idea, no logramos que se industrialice, que vengan los empresarios y al final se terminan yendo, hacen una producción y dicen esto no funciona y se van, varias veces ha pasado, entonces hay algo ahí que estamos haciendo mal.

¿Ahora estás otra vez en la presencialidad?

En el Teatro de Lucía, con la obra “2 de Ribeyro” (‘El último cliente’ y ‘Confusión en la Prefectura’), de Julio Ramón Ribeyro y que son adaptadas, bajo la dirección de Alberto Isola, actuamos Sandra Bernasconi, Roberto Ruiz, y yo. La puesta en escena va hasta el 5 de diciembre, los viernes y sábados por las noches, y las entradas están en Joinnus.

Javier Fernando Valdés Garrido Lecca

62 años. Parte de sus conocimientos los adquirió en España donde estudió Interpretación en la Escuela de Cristina Rota, en Madrid. Es conocido por su participación en varias telenovelas

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