El misterioso y duro Eduardo Ferradas en la telenovela “Perdóname”, y Santiago, un exagente de inteligencia peruano en la obra de teatro “El invierno del sol”, son los dos personajes que marcan en estos días los trajines dramáticos del actor Javier Valdés, cuya apuesta por su profesión se mantiene intacta.
“Sí, hacer televisión y también temporada de teatro es un poco agotador, pero es cuestión de organizarse. Mi personaje en el teatro ya lo tengo trabajado, pero en la novela está ahí presente y lo necesitan para ir creando la contraparte. Cuando comenzamos se planteó así, sin decirnos realmente quién es el asesino de la historia, o sea, plantearon varios villanos en la novela”, dice Valdés.
¿Es más divertido ser el malo de la historia? Yo no me acostumbro a eso, ja ja, pero trato de darle varios matices a mi personaje. Eso del villano, malo, malo retorcido, ya no es lo usual, uno actúa o tiene ciertas respuestas o actitudes que para algunos pueden ser malas, digamos, pero el que lo hace lo justifica.
Santiago, tu personaje en la obra de teatro, “El invierno del sol”, es evidentemente opuesto a Eduardo Ferradas que interpretas en la telenovela. Es opuesto porque son dos historias diferentes, Santiago podía haber terminado siendo un héroe, pero lo estafaron y cometió el error quizás de desaparecer porque si hubiera enfrentado la estafa, si hubiera enfrentado lo que le pasó probablemente hubiera sido diferente. Él toma una decisión que lo hace terminar refugiado en un lugar perdido en Estados Unidos, como desaparecido.
Una historia que está basada en hechos reales.
Luis Yataco, que es el autor y director, se ha basado en un hecho real, en la guerra de Las Malvinas, en la que sólo Perú y Brasil colaboraron con armamento, pero el Perú les facilitó una flota de Mirages a los argentinos, no en un vuelo normal, sino que lo mandaron por la madrugada para que digamos las ondas del radar no los ubicaran.
¿ Y en qué momento ingresa Santiago a la historia?
Había que ayudar a los argentinos con el armamento, entonces un soldado peruano, un oficial del ejército peruano, se ofrece para hacer esto, porque cree fehacientemente que había que ayudar al país hermano. Decide que va a triangular esta operación, entonces va con los franceses para hacer la compra de estos misiles y lo estafan, le roban la plata y no le dan nada, ni una vaquita. El tipo se queda en medio de su desesperación, siente que ha fracasado y decide fugar, escapar y esconderse en los Estados Unidos.
La obra también te da la oportunidad de compartir el escenario con tu hijo. El personaje de Santiago está representado por dos actores porque estamos contando la historia en dos tiempos. Yo soy el personaje en el tiempo presente cuando él ya es mayor, y cuando es joven, Santiago lo hace mi hijo Nicolás, entonces todas las fichas estaban jugadas para mí, para retarlo.
Hay mucha oferta teatral, y sobre todo nuevas compañías que están refrescando la escena local.
Hay un factor muy importante que es el tema universitario, el hecho que debió suceder hace muchos años, desde mi perspectiva, el hecho de que haya en estos momentos cuatro universidades que tengan la facultad de Artes Escénicas o tres universidades y la ENSAD; que es la Escuela Nacional Superior de Arte Dramático.
La profesionalización ha contribuido al cambio.
Antes la formación estaba a cargo de un gran actor, en cambio en las universidades la formación es mucho más completa, estudian cinco años. Están surgiendo chicos muy interesantes, que no solamente les interesa actuar o dirigir, sino también están organizados como una productora.
Eso de esperar a que te toquen la puerta para ofrecerte papeles es algo del pasado, los jóvenes están emprendiendo sus propios proyectos. Exactamente, se buscan espacios alternativos, están surgiendo estas nuevas generaciones con una mayor capacidad de entender que además de actor, hay que agregar también soy director y también se debe buscar la manera de financiar y producir mi obra.