El maridaje perfecto entre el arte de los vinos y el de la música se condensan perfectamente en una sola persona: José Bracamonte. Un peruano que actualmente es uno de los más reconocidos sommeliers (experto en vinos) del país y un cantautor que ha sabido guiar su inspiración cantándole al Perú y también al amor.
Y es que su tránsito por el arte era paso obligado, tras crecer entre luces y bastidores de la mano de su madre, la primera actriz Mirna Bracamonte y toda su estela familiar, que incluye hasta las sabias palabras de Osvaldo Cattone, que le marcó su destino.
¿Cuál es tu prioridad hoy; la música o tu profesión de sommelier?
-Bueno, de hecho, el éxito que tengo como sommelier permite abonar al artista (ríe).
Has logrado un maridaje perfecto entre la música y tu carrera de sommelier...
La historia está permitiendo que el networking que está alrededor del vino y de mis asesorías; así como la de las empresas que estoy abriendo y los clientes que visito pueda conocer a gente que quiera mi voz o que le componga alguna una canción o, simplemente, quiere poner alguna canción mía en algún lugar.
¿El peruano ha aprendido en los últimos años a elegir un buen vino y sabe maridarlo?
Debido a la pandemia,el consumidor ha subido varios puntos porcentuales en su demanda por el vino y por el licor. Le ha permitido y le ha dado tiempo hasta para sentarse en google a estudiar; hasta quizá para escoger con tranquilidad y poder discernir. Y sobre todo el tiempo también le ha permitido tomar adecuadas decisiones sobre los maridajes que ha ido experimentando a solas o con su familia.
Cada quien va generando sus preferencias con el vino, ¿o hay una regla para calificar qué es bueno o regular?
Prefiero nunca establecerle una obligación al cliente, yo prefiero que el cliente vaya creando su propio yo en el mundo del vino. Que se equivoque, que trastabille, que se ría, que él comprenda, que compare y que él mismo encuentre a su sommelier que lleva dentro.
¿No necesariamente el vino más caro es el mejor?
No, nunca. Lo que yo he tratado de hacerle entender a la gente es que el económico es ligero y que el caro es cremoso, intenso, titánico; con carácter. Para que al final tenga estas dos herramientas de conocimiento y pueda maridar mejor. Y comience con aperitivos y comidas ligeras y de baja condimentación con vinos jóvenes y económicos y luego pase a los platos de fondo y que ahí él mismo se complique y se dé cuenta que necesita –es que de paso tenemos una madre gastronómica de una complejidad-; que requiere y pide añejamiento, que pide barrica de roble, viña vieja, vino de autor, partida limitada.
¿Eres uno de los top, actualmente… Pero cuando iniciaste no era común ver un sommelier ¿han aumentado en el mercado o no?
-Creo que hay un miedo de ser sommelier. La gente se asusta porque hay que estudiar mucho. Y creo que el que se prepara en esto, no estudia para trabajar de sommelier, sino estudia para que en su vida pueda tener el conocimiento que se sume a su cotidianidad. El peruano se está volviendo muy culto en muchos sentidos.
La música es otra de tus pasiones, pero tu carrera de sommelier fue avanzando y creciendo un poco más .
Lo que pasa es que la música yo la tengo como un libro secreto que prefiero que sea una de las aristas que me permite posiblemente desarrollar mejores conceptos. Justo ahora estoy abriendo tres empresas de sommelier; en esta época donde el vino es una locura en Lima, en donde el porcentaje de consumidores ha subido, donde tengo muchísimo más trabajo. Entonces creo que el arte a mí lo que hace es inspirarme a ser un mejor sommelier.
No puedes desligarte del arte, del que estuviste rodeado desde pequeño.
Recuerdo ir al Teatro Marsano cuando mi madre tenía función doble a las 8 y yo, a las 7 de la noche, estaba trepado en el escenario haciendo volantines o cantando una canción sin músicos porque estaba cerrado. Y Cattone me decía tú vas a ser un actor mío cuando crezcas. Lola Vilar era mi tía y su personalidad era apabullante. Yo creo que ahora soy como un actor, pero en el escenario del restaurante.