Su pinta de futbolista, y la picardía que le viene de nacimiento, fueron elementos básicos a los que recurrió Nacho Di Marco para conseguir el protagónico de “Nina de Azúcar”, telenovela estelar de Del Barrio Producciones. “La llamada me llegó cuando estaba a punto de cerrar otro proyecto, iba a hacer una temporada de teatro de verano en Argentina, específicamente en Villa Carlos Paz. Me explicaron que era el protagónico, y con Patty Barreto, a quien ya conocía, y además que el personaje era un futbolista. Hice el casting y acá estamos”, recuerda el artista que antes había participado en producciones locales como “Los Vílchez”, “Princesas” y “Junta de vecinos”.
Definitivamente esos galanes acartonados de antes hoy ya no funcionan, tu personaje lo reafirma.
Sí, por lo menos los que me ha tocado hacer, o este, Ramiro, él tiene mucha personalidad, es carismático y gracioso. Hoy ya no basta con la belleza y ser el típico galán enamorado, también hay que mostrar las inseguridades y defectos del personaje, ridiculizarse, reírse de uno mismo, que no sea un príncipe perfecto, sino un ser un humano que también se manda sus metidas de pata. Todas esas características, como actor a mí me permite jugar con el personaje para destacarlo.
¿Y en la vida real te gusta el fútbol como Ramiro, “El Jaguar”? Ah bueno, eso sí, soy un futbolista frustrado. Mi viejo, que no se pierde la novela, me dice, te veo muy vos, y yo le digo, Ramiro es mi alter ego, es como el que no me animo a ser, el que que le salen todas las cosas bien, que juega al fútbol. Que está haciendo lo que necesita hacer en su vuelo, y lo va logrando.
¿Siempre supiste que lo tuyo era la actuación, o lo fuiste descubriendo poco a poco?
Siempre lo tuve claro, solo que después de la adolescencia como que me empiezo a apagar por los prejuicios, y nunca me animé a estudiar, y es que tampoco tenía referentes en la actuación en la familia. Recién a los 21 años comencé a estudiar, pero yo siempre decía: lo voy a hacer, algún día no sé cómo, pero yo sé que lo voy a hacer, hasta que bueno, acá estamos.
¿Y tu familia vio con buenos ojos esa decisión? Yo estaba estudiando Marketing en la universidad, estaba en la mitad de la carrera, cuando empiezo a estudiar actuación en secreto, no se lo cuento a nadie. Cuando me sale mi primer trabajo en tele ya asumí que ese era mi camino y se lo conté a todo el mundo, a mi familia, mis amigos. Nadie entendía nada, ahí mi familia me apoyó, como diciéndome, sí claro, esto es lo tuyo.
El público es impredecible, nunca se sabe de qué manera recibirá una propuesta televisiva.
Con Nina nos va muy bien, no solo en la audiencia, lo noto en la calle, la gente te vuelve a reconocer por la telenovela, siento que está gustando mucho la historia. En cuanto a lo actoral, me siento muy bien, muy cómodo, es todo positivo.
En épocas de plataformas, redes y streaming, el televidente exige historias ágiles que te capturen desde el primer capítulo. Si, obviamente, en cuestión de contenidos la vara va subiendo, estamos en la era de lo dinámico. En Nina de Azúcar en cada capítulo pasa de todo, y si bien hay mucho avance, en lo típico, si bien hay muchas cosas que pasan , lo que estás contando, es bonito y original. Lo que genera el conflicto en la telenovela es muy atípico; un matrimonio ficticio, así que está bueno.
Es básico para que una telenovela funcione, la química de la pareja protagónica. ¿Cómo te llevas con Patricia Barreto?
Es una amiga de muchos años, tenemos mucha confianza, nos escuchamos, que no es fácil, porque puedes tener amistades en la actuación, pero después a la hora de laburar no hay conexión. Nos entendemos muy bien, o sea, sabemos cómo meternos en el campo del otro sin faltar el respeto, a veces ella me termina dirigiendo y yo también a ella, o proponemos algo o sacamos. algo. Al final, nos divertimos mucho, terminamos jugando, somos como dos nenes.