Cada vez que enfrenta un nuevo reto televisivo en su carrera de actriz, Silvia Bardales recuerda sus inicios en “Risas y Salsa”, cuando la gran Jesús Morales la regañó al escucharla quejarse de que la sacarían del cuerpo de baile para darle una oportunidad en la actuación. “Por qué lloras, agradece a Dios, ¿hasta cuándo crees que te va a durar la bailadera?”, le dijo enérgica la veterana artista a una jovencita Silvia, a quien hoy vemos en “Luz de esperanza” como Guillermina. “Nunca imaginé que me ganaría la vida como actriz. Yo quería ser psicóloga, pero no se dio, no se pudo y estudié secretariado, computación, relaciones públicas, pero jamás pensé en ser artista”, dice Bardales.
¿Cómo ingresas a Panamericana?
Yo tomaba mis clases de danza desde chica y llego a Panamericana por el coreógrafo Armando Barrientos, estaba estudiando en su academia, y me lleva al canal como bailarina, estuve año y medio hasta que empecé en la actuación. Lo que fue para mí un hobby terminó siendo mi vida, mi pasión.
Aprendiste en la cancha, rodeada de grandes actores
Pienso que se me presentó esa oportunidad de trabajar con ellos y aprender con ese grupo que era pues toda una escuela, eran actores de teatro. Recuerdo clarito, cuando me decían: vamos a ensayar, y yo me metía al baño y repasaba lo que tenía que decir, era una gran responsabilidad, qué vergüenza equivocarme ¿No?
Y ahora esa misma rutina la aplicas con los actores jóvenes que te acompañan.
Claro, igualito, cuando ensayamos, los acojo igual, no tengo miedo, les pido que hay que estar atentos. Cuando se trabaja se trabaja, cuando se descansa, se descansa, pero ahorita vamos a trabajar, entonces hay que saber bien la letra, tal como me lo han enseñado a mí. Como Guillermo Guille me decía en ‘Risas y Salsa’, cuando hay que joder se jode, cuando hay que trabajar se trabaja.
Tu carrera reafirma que el arte es de resistencia, con cada personaje vuelves a empezar, no hay que creérsela.
Yo empecé desde chica y nunca me la he creído, siempre he seguido trabajando. Esta carrera siempre me sorprende con cada personaje que se me presenta en el camino, allí es cuando tú te das cuenta de que no has hecho nada.
Has interpretado personajes cómicos, has hecho teatro, novelas, siempre has afrontado los retos.
Siempre he dicho sí a lo que se me presentaba, porque se supone, todo es un reto en esta vida, entonces para qué éstas en esta carrera si vas a decir no, no me gusta.
Por cierto, hay gente que no ve bien a los actores que participan en programas cómicos.
Hace años que no nos miraban bien a los cómicos, a los que éramos los chistosos, nos miraban por debajo del hombro, pero después se dieron cuenta de que no, que teníamos más trabajo que ellos. Una vez cuando yo estaba en Panamericana, yo decía, quiero hacer telenovela, y don Alberto Terry (directivo de Panamericana) me mandó a decir: oye dile a esa chiquita Bardales, así textual, que siga con la comicidad porque con la comicidad va a vivir toda su vida. Claro, porque las telenovelas duran cuatro, o máximo seis meses.
A pesar de las plataformas, las telenovelas siguen vigentes, tienen un público cautivo.
Yo pienso que hay que seguir remando, remando para adelante, aunque haya Netflix u otras opciones a las que tú puedes entrar, las personas quieren a su gente, quieren su telenovela nacional, se divierten. Ayer fui al mercado, fui a comprar cositas, y una señora me dijo, ¿estás bien? Si estoy bien, le dije. ¿Qué, no te pusieron la inyección, no, le dije, no me pusieron la inyección. Todos están pendientes de lo que pasa a Guillermina, de lo que va a ocurrir. O vienen y me preguntan, qué va a pasar, pero no puedo contar nada. Eso demuestra que la telenovela está en el corazón de la gente.