El precio internacional del cacao ha rebasado como tsunami los índices históricos y las predicciones de especialistas. Han pasado casi 50 años desde que se experimentó algo similar, pero el mundo era muy distinto y la percepción del cacao y el chocolate también. Entonces, se han preguntado cómo afecta esta situación a los productores peruanos de cara al mercado interno y de las exportaciones; y las consecuencias sobre el chocolate local.
Esta es una historia con muchas aristas. Comenzaré con las buenas noticias, porque el cacao es un cultivo difícil que requiere una post cosecha complicada, certificaciones, con márgenes de ganancia bastante austeros, al punto, que no justifican una alta inversión. Algunos especialistas lo señalan como un “cultivo de subsistencia”, especialmente en África, de donde procede el 75% de la producción mundial, aunque, los productores americanos no escapan a eso.
Entonces, para los productores peruanos, que en su mayoría ofrecen cacao de alta calidad, es una buena noticia, que se traduciría en una retribución justa y en proporción al inmenso esfuerzo que hacen. Ojalá aprovechen la coyuntura donde nada indica una tendencia próxima a la baja. Personalmente, elevo una oración para que conserven la cabeza fría, inviertan en la calidad de sus cultivos e infraestructura, que suplan sus necesidades personales, familiares y comunitarias. Que blinden sus buenas condiciones, y se protejan de cualquier efecto rebote.
También que el Estado se ocupe de mejorar las condiciones de seguridad, vialidad, atención médica y sanitaria, entre muchos factores, su lista de pendientes es considerable, pero, esta situación puede ser la oportunidad perfecta para revitalizar el sector.
Que Costa de Marfil y Ghana, responsables de casi el 70% del cacao en el mundo anuncien un 30% de perdidas, ha puesto todo de cabeza. Cuando se ven los factores que han provocado esta situación se encuentran la sequía, plagas sin control, descuido de la infraestructura y condiciones sociales de los agricultores, irrespeto a la biodiversidad que exige el Theobroma, entre otros. Dicen que nadie aprende en cabeza ajena, pero muchas de esas condiciones se viven de este lado del planeta.
Mientras tanto hay que estar alertas a lo que puede significar un cambio sustancial en la dinámica de este mercado. Yo me pregunto, estamos preparados para asumir las nuevas condiciones que se avecinan.
Pasarán meses antes que veamos las consecuencias de lo sucedido. Por lo pronto, la cosecha está vendida o comprometida. Los cambios en los precios suceden de manera tan rápida que nadie se atreve a negociar a largo plazo. He conversado con numerosos productores de chocolate locales y, sin excepción, están preocupados, el acceso al grano se ha limitado. Casi nadie está vendiendo cacao o sus derivados.
Esto también se reflejará en el incremento del precio del chocolate de todos los tipos y calidades. En el caso de los más finos ya son percibidos como un producto costoso. Comer chocolate será caro en todos lados. Ha sido cuesta arriba cambiar la percepción que los consumidores tenían hace 25 años, esto puede significar un retroceso importante. Solo queda esperar.