El primero de octubre fue una efeméride muy especial, que, por una parte, celebró el día internacional del café y por otra, del cacao y chocolate peruano. Hace pocos años, tal vez hubiesen pasado desapercibidos, pero ha sido tan intenso y extenso el auge de estos productos que la fiesta se hizo sentir, especialmente, en redes sociales. Pero, ¿Qué festejamos y por qué? ¿De verdad hay algo que celebrar? ¿Se trata de una moda o llegó para quedarse?
Un repaso rápido por el auge de las cafeterías en Lima, por ejemplo, o en la cantidad de tabletas de chocolate producidas en todas las regiones del Perú, podría conducir a una primera conclusión muy positiva, donde ambos sectores más allá de crecer lo hacen orgánicamente. Aunque estos productos tienen puntos convergentes, en realidad, tienen maneras de ser y hacer distintos.
En el caso del café, las cifras de la Cámara Peruana del Café y Cacao son alentadoras y apuntan a que la exportación se ha triplicado en diez años y que el consumo interno ha crecido en un 70% en el mismo período, especialmente, en Lima y en el norte del país, ubicándose en 1.4kg el consumo per cápita. Aquí no podemos obviar el hecho que aún se impone la compra de café importado e instantáneo. También resulta llamativo el creciente número de cafeterías, que podrían interpretarse como parte de los números en ascenso o solo como una moda.
Iniciativas como el pasaporte del café peruano y la ruta de cafeterías en el distrito limeño de Pueblo Libre, por ejemplo, además de ferias y festivales, podrían tomarse como los síntomas que al parecer el café ha ejercido una de sus funciones más excepcionales: despertarnos, lo que nos conduce a un consumo más responsable y consciente. Por mi parte mantengo mis reservas y en pocos años apreciaremos un panorama más nítido, ajeno a la moda, que nos permita hacer conjeturas y proyecciones más certeras.
¿Y el cacao y el chocolate? Por su parte, la producción de cacao aumenta a pesar de los obstáculos, esa línea de crecimiento en ascenso ha bajado su velocidad, a pesar de que el mercado mundial ofrece condiciones favorables para la expansión. Me preocupa las consecuencias de los incendios forestales recientes y del efecto de las plagas en la producción y las reglas impuestas unilateralmente por la Unión Europea.
Por otra parte, el interés de los consumidores de chocolate se expande y toma muchos rumbos, como sinónimo de salud, nutrición, y disfrute. A lo que se suman los canales de venta electrónica, la mejora en la calidad de los productos, aunque le juega en contra el aumento en los precios de la materia prima. De momento el consumo de chocolate aún no alcanza el kilogramo per cápita en Perú.
Hay mucho que celebrar, pero hay retos y temas pendientes por resolver aún que superan las buenas noticias. Aquí nadie está a salvo. Que la resaca de tanto festejo no nos impida ver lo importante y actual en consecuencia.
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