Muchos no conocen el alto nivel de los vinos neozelandeses. La distancia es complicada, y el paladar local muchas veces prefiere sabores familiares, como un buen Malbec argentino o un Cabernet Sauvignon Chileno.
Nueva Zelanda es hoy en día el país número 14 con la mayor producción de vinos en el mundo. Su producción anual es de alrededor de 313 millones de litros y las hectáreas plantadas 36000. En poco tiempo han logrado colocar sus productos en la cabeza mundial del vino logrando excelentes resultados. Su historia viticultora data de hace dos siglos, ya que hay vestigios de que el inicio de la viticultura apareció alrededor de 1820 por la influencia de los británicos. Ubicado en los confines del mundo, es uno de los últimos territorios descubiertos del planeta por el hombre. Originalmente estuvo ocupada por los maoríes en 1050, pero la isla fue colonizada por los europeos en 1788 y la historia del vino es tan corta como la del país a diferencia de otros países de Europa.
Quizás es el clima, o las extraordinarias condiciones de los terrenos de la zona para la vid. También podemos mencionar de un gran desarrollo agrícola e industrial, un riguroso procedimiento en la elaboración, y una buena estrategia de marketing para promocionarse. Pero sobre todo tenemos que hablar del amor y la pasión que tienen los neozelandeses por el cultivo del vino. Y en este caso, la pasión por el vino es lo que hizo que Kiwine traiga estos vinos a nuestro país.
En esta oportunidad y luego de pasar más de seis meses en Nueva Zelanda visitando productores, Basil, neozelandés, radicado en Perú, enamorado de nuestro país y de quien ya les hemos hablado antes en este espacio, vuelve cargado de novedades y comparte una vez más su aprendizaje y gusto por los vinos. Esta vez realizamos un maridaje en el prestigioso restaurante Astrid & Gastón, junto a José Carrera, sommelier del local y ganador del premio Summum al Mejor Sommelier 2023. Los vinos elegidos fueron un Astrolabe Taihoa Vineyard Sauvignon Blanc 2020 producido por Simón Waghorn en las costas de Kēkerengū - Marlborough que acompañó una fresca y diferente leche de tigre de alcachofa con dados de lenguado y chips de alcachofa. El Saint Clair Omaka Reserve Chardonnay 2018, un vino rico y complejo con sabores al hueso de melocotón y especias tostadas de roble.
Concentrado, elegante y sedoso, un toque de vainilla y notas a castaña tostada, producido por Neal Lbbotson en el Valle de Omaka en Marlborough, South Island, José lo eligió para acompañar los Dumplings de Gallina, con crema trufada de caldo de Gallina de madrugada, fresco y elegante para esta preparación de caldo para untuoso. Cerramos la degustación con un pez de profundidad picarón, marinado en miel de picarón, coles crispy, crema de pallar, chimichurri de quinua furikake. Un plato con mucho sabor en el que el vino elegido para maridar fue el Blanc Canvas Escaroth Pinot Noir 2018. Rachelle y Dominic Smith son los productores en este viñedo único y especial, donde cofermentan esta parcela de Syrah con una pequeña proporción de pieles de Gruner Veltliner, lo que brinda un color más profundo y un perfil aromático de pimienta blanca y negra para acompañar las perfumadas notas florales, de zarza y tocino. Tiene una maduración de 14 meses en barricas de roble francés nuevo dando lugar un vino delicado pero robusto, denso pero muy perfumado, del que sólo se producen 650 cajas. Combina a la perfección con el plato elegido por José Carrera, logrando realzar los sabores del pescado.