Oscar Rinaldi es un argentino de 42 años que se describe como “un amante de embellecer cualquier objeto o situación”. Nació en Goya, una de las ciudades más pobladas de la provincia de Corrientes, y tiene recuerdos de una infancia libre, donde se podía correr por todos lados sin miedo.
Según contó en una entrevista a La Nación, dejó Goya para mudarse a Buenos Aires y así estudiar en la Facultad de Arquitectura. Tras dos años de estudiante, decidió seguir el consejo de una amiga y empezó a formarse como diseñador de moda.
Es así que conoce a Jeff, su actual pareja. Ambos coincidieron en una sala de chat un 14 de febrero y sintieron una conexión de inmediato.
Tras varias semanas juntos, decidieron probar la convivencia en un viaje a Europa, donde recorrieron Londres, Escocia, Roma y más ciudades.
Tomó la decisión de dejar Argentina en 2006, dos años después se casó con Jeff en Estados Unidos y se mudaron a Londres. Empezaron los sueños de una familia y un hogar.
Ambos decidieron adoptar, pusieron sus esperanzas en su nueva familia y se frustró el proceso. Es así que ambos deciden viajar a Francia para distraerse.
En dicho viaje conocen a su hogar, el castillo de Belebat. “Fue amor a primera vista con aquella construcción. De entrada sentí que esa era mi casa, mi lugar en el mundo”, comentó Rinaldi.
Sobre el castillo
Está ubicado en Assay, una comuna francesa situada en la región de Centro. Se conoce que perteneció a la aristocracia hasta la revolución francesa, luego pasó por varias familias hasta que Rinaldi y Jeff la compraron.
La propiedad es del siglo XVI y las dependencias, de la primera mitad del siglo XVII. En julio del 2016, dos semanas antes de la mudanza a Francia, les dieron una gran noticia.
Los llamaron para indicarles que podían adoptar a tres niños entre 1,2 y 3 años. “Cuando nos mudamos a Belebat, teníamos tres chiquitos con un pasado triste. Roman tenía 3 años y no hablaba, Leighton de 2 balbuceaba y James de 1 año era una bola feliz. Hacía ocho meses que estaban con nosotros y no entendían qué estaba pasando”, comentó sobre el estado de sus hijos.
Al inicio se acomodaron en un anexo del edificio principal, luego se mudaron la casa de la granja y han estado en remodelaciones constantes.
Actualmente, aún no tienen electricidad, ni puertas, ni plomería, ni es habitable. Están restaurando las dependencias, mientras que planean convertir estos espacios en una especie de hotel para obtener un ingreso de allí.
“Los chicos ya se adaptaron, van al colegio y tienen un lindo grupo de amigos. Aquí las casas no tienen llave, no hay peligro y eso me recuerda muchísimo a mi infancia en Goya”, concluye Rinaldi.
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