El avance de las campañas de inmunización contra el COVID-19 ha puesto en debate, entre algunos líderes políticos y empresariales, la creación pasaporte de vacuna, un certificado fácilmente accesible que ofrezca información sobre si una persona ya recibió la dosis, sufrió la enfermedad previamente o generó anticuerpos.
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Las empresas privadas ya están comenzando a considerar la posibilidad de hacer que las tomas sean obligatorias para las personas que desean subirse a aviones, cruceros o asistir a eventos como conciertos. Actualmente se encuentran en marcha algunos proyectos de gobiernos, empresas privadas y asociaciones internacionales.
Algunos países ya han introducido certificados que identifican a las personas vacunadas y la Unión Europea acordó desarrollar pasaportes de vacunas bajo la presión de los países del sur que dependen del turismo.
Las personas a favor de esta medida aseguran que identificar a las personas que son inmunes al nuevo coronavirus o que tienen un menor riesgo de propagarlo podría ayudar a abrir los viajes y otros servicios. Pero los críticos han expresado su preocupación por la privacidad, la salud y la discriminación.
¿Qué son los pasaportes de salud?
Con el nuevo coronavirus, los certificados propuestos darían fe de una de tres cosas: que el titular ha sido vacunado, ha dado negativo al virus o se ha recuperado de él. Su uso podría permitir a los gobiernos levantar algunas restricciones inducidas por la pandemia, permitiendo que las personas viajen en aviones, asistan a conciertos, vayan a trabajar o salgan a cenar.
“Hemos probado muchas soluciones diferentes para reabrir de manera adecuada y segura la hospitalidad, las instalaciones deportivas y otras cosas que son muy importantes, no solo para nuestra economía, sino también para el bienestar mental de las personas”, explicó Ryan Wain, asesor del Tony Blair Institute for Global Change, un grupo de expertos británico.
¿Dónde se utilizan?
Gobiernos y empresas de todo el mundo han probado diferentes pases de salud en los últimos meses. Gigantes de la tecnología, incluidos Microsoft Corp, Oracle Corp y las empresas de atención médica Cigna Corp y Mayo Clinic, se convirtieron en parte de una coalición que impulsa los registros digitales de las personas que se vacunan contra COVID-19.
Bahrein lanzó un pasaporte digital para la vacuna contra el coronavirus en febrero, convirtiéndose en uno de los primeros países en hacerlo. Dinamarca o Suecia planean lanzar un pasaporte de vacuna para el verano.
Mientras tanto, China ha implementado un sistema de código de salud basado en aplicaciones que utiliza datos médicos y de viajes para otorgar a las personas una calificación roja, amarilla o verde que indique la probabilidad de que tengan el virus y si pueden caminar libremente o no.
En abril pasado, Chile dijo que emitiría certificados a las personas que se recuperaran del virus y en India, todos los que hayan sido vacunados obtendrán un certificado electrónico basado en un código QR, indicó el Ministerio de Salud.
La Asociación Internacional de Transporte Aéreo, señaló que lanzaría un pase de viaje de salud digital en 2021 que incluirá los datos de vacunación COVID-19 de los pasajeros.
British Airways ha dicho que probará una aplicación de salud móvil que combina los documentos de verificación de viaje y los resultados de la prueba para garantizar que los pasajeros cumplan con los requisitos de entrada al destino. American Airlines ya está utilizando la aplicación.
Principales preocupaciones
Los expertos legales y de salud han advertido que los llamados pasaportes de inmunidad, que permitirían una mayor libertad a quienes se han recuperado del virus, podrían empujar a las personas a tratar de contraer la enfermedad con la esperanza de hacerse inmunes.
La base científica de los pasaportes también se ha cuestionado, ya que aún no está claro si las personas que se recuperan del COVID-19 están protegidas de una segunda infección o, si lo están, por cuánto tiempo serían inmunes.
Los certificados de vacunación ya están regulados por el derecho internacional, lo que permite a los países exigir a los viajeros una prueba de vacunación para enfermedades como la fiebre amarilla o la poliomielitis como condición de entrada.
Los investigadores advierten que podría llevar años darles una oportunidad a todos, ya que las naciones ricas compran más de la mitad de las dosis disponibles.