Pescadores de Playa Brasil y Playa Azul, pertenecientes al municipio de Salina Cruz, estado de Oaxaca, sur del México, dieron a conocer este lunes un derrame de hidrocarburos que manchó y contaminó durante la pasado fin de semana más de ocho kilómetros de litoral que sostiene su actividad pesquera y gastronómica.
El pescador Israel Mendoza, de 64 años, lamenta que sus playas se hayan manchado del “veneno que tiraron los de petróleos (la estatal Petróleos Mexicanos, Pemex) de la refinería Antonio Dovalí y no han venido a limpiar”.
Localizada en el municipio de Salina Cruz, Oaxaca, la refinería es el principal motor económico de la región, pero también la mayor fuente de contaminación y este accidente lo demuestra.
Desde su restaurante “Palapa del Pirata”, que él mismo nombró hace 44 años y que durante el pasado fin de semana estuvo vacío, Mendoza explicó que son altas las pérdidas económicas que representa el derrame de lo que el llama “el chapo” (chapopote) para aproximadamente unos 1.500 pescadores de Playa Brasil.
El chapopote es la sustancia negra y espesa que se obtiene del petróleo y que se regularmente se usa para asfaltar caminos.
”En estos días se llegaban a ganar de 1.500 a 2.000 pesos (entre 75 y 100 dólares) de los turistas locales que llegan a comer mariscos aquí. Ahora, a qué van a venir, van a terminar con sus pies manchados de ‘chapo’”, dijo a EFE Israel, mientras muestra con sus manos la arena negra y aceitosa que cubre más de la mitad de esta playa turística de Salina Cruz.
Cuestionó qué va a hacer Pemex y se respondió, “pues lavarse las manos como siempre, porque esto ya pasó hace ocho años y solo un mes nos pagaron por empleo temporal porque nosotros tuvimos que limpiar la playa”.
Sin recursos del mar, ni económicos
Esta semana el panorama en Playa Azul y Playa Brasil es de quietud, decenas de pescadores se encuentran en sus casas esperando los ofrecimientos de Pemex para resarcir el daño.
En tanto, sus embarcaciones permanecen varadas en la playa debido a que la pesca de las especies de peces conocidas como el pargo, barrilete, huachinango, róbalo, palmera y cocinero, entre otros, que degustan los visitantes, está limitada.
La señora Imelda López, de 67 años, propietaria del restaurante que lleva su nombre, tiene la respuesta. Acusó que la contaminación además de ser en el agua del mar, también está en el aire.
”Huele a podrido, huele a aceite y eso marea, huele como a la carretera, a chapopote y es molesto respirar”, expuso.
Dijo que luego de varios días de contaminación, ninguna autoridad ha ido a verlos. “Ahora dicen que nos van a dar empleo temporal para limpiar la arena, pero mi mamá y yo que somos adultas mayores ¿qué podemos hacer?”.
Sentada en una de las 12 mesas de su restaurante, ahora vacío, ubicado en Playa Azul, también del municipio de Salina Cruz, Imelda contó que cuando los turistas llegan no siempre consumen en los restaurantes, dijo que algunos van a las playas a tomar el sol, nadar y luego se retiran.
La mujer explicó que, a parte del daño ecológico, ellos resienten el daño económico porque durante el pasado fin de semana dejó de percibir hasta 3.500 pesos (unos 175 dólares).
El agente municipal de Playa Brasil, Eusebio Osorio Escobar, recomendó a los pescadores detener su actividad debido a que existe el riesgo de que se contamine el producto y sea perjudicial para el consumo humano.
En un comunicado, la Secretaría de Marina, como autoridad marítima del país y en apego al Plan Nacional de Contingencia para derrames de hidrocarburos y sustancias nocivas potencialmente peligrosas en las zonas marinas mexicanas, informó que, en coordinación con Petróleos Mexicanos (Pemex) lleva a cabo recorridos de inspección y vigilancia marítima y terrestre, conforme a los protocolos establecidos, en Playa Brasil, Punta Conejo y Playa Guelaguichí, por un derrame de hidrocarburos.