Johannesburgo, (EFE). Unos 360 elefantes fueron encontrados sin vida por razones desconocidas en el área del delta de Okavango, cerca de la localidad de Maun, en Botswana. Según las autoridades estas muertes no tienen que ver con la caza ilegal en busca del marfil de sus colmillos ya que los cuerpos aún los tienen.
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Las autoridades están investigando para encontrar la causa de la muerte. El director de conservación de la Organización National Park Rescue, Niall Mccann, dijo que varios animales fueron encontrados alrededor de pozos de agua, mientras otros parecían haber muerto cayendo de frente.
Los elefantes murieron en los últimos meses en el norte de Botsuana, el país con la mayor colonia de paquidermos mundo, sin signos de violencia y sin que se haya podido atribuir, de momento, la muerte a ningún veneno conocido o enfermedad, algo que preocupa gravemente a los conservacionistas.
“Las investigaciones respecto a la muerte sin explicación de los elefantes aún están en proceso”, señaló este jueves el Gobierno de Botsuana en un comunicado.
Las autoridades de la nación austral cifran el total de muertes en 275, pero las organizaciones conservacionistas que trabajan en la zona hablan de más de 350.
“Es muy, muy extraño, especialmente que sea solo elefantes. Me hace sospechar que es algún patógeno o enfermedad de algún tipo, pero es solo especulación”, afirmó a Efe Niall McCann, director de conservación de la organización británica National Park Rescue que ha tomado la iniciativa en la divulgación de este problema.
Las alarmas comenzaron a saltar a primeros de mayo, cuando se localizaron los cadáveres de un puñado de elefantes en la zona del Delta del Okavango y los expertos locales no pudieron conjeturar una causa de la muerte a simple vista.
“Eso es siempre preocupante porque normalmente puedes decir si murieron por veneno, por un disparo...Así que llamaron a otros conservacionistas para volar sobre la zona y localizaron 169 cadáveres”, indicó McCann a Efe en conversación telefónica desde Cardiff (Reino Unido).
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A mediados de junio, en vista de que el Gobierno de Botsuana no había realizado avances significativos, los ecologistas locales hicieron otra batida.
Con esa nueva búsqueda el número total de elefantes fallecidos por causas desconocidas aumentó, según sus recuentos, hasta 350.
“Además había otros elefantes que caminaban alrededor y que claramente mostraban signos de impedimentos neurológicos, como caminar en círculos o tener las piernas inestables. Para mí eso indica que lo que sea, se trate de una enfermedad, un veneno o una toxina, tiene efectos en el sistema nervioso”, apuntó el experto.
El Gobierno de Botsuana, sin embargo, cifra el total de elefantes fallecidos en 275 muertes y aseguró hoy, en respuesta al revuelo causado por la noticia, que ya se han enviado muestras a laboratorios de otros países para averiguar la causa de las misteriosas muertes.
Sin precedentes
No hay escasez de agua, ni de comida en la zona, ni precedentes que puedan explicar la situación. Los furtivos ocasionalmente usan veneno para darles muerte y hacerse sus colmillos, pero las sustancias más comunes (principalmente cianuro) también dejan huella en otras especies, como por ejemplo buitres o hienas que se alimentaron de los cadáveres.
En este caso, no hay signos de que lo que mate a los enormes mamíferos esté afectando a ninguna otra especie y todas las muertes se concentran solo en la región del Delta del Okavango.
Tampoco parece haber relación con la presencia de ántrax, una toxina que se encuentra en el medio natural y que en las épocas de escasez de lluvia contamina la superficie y es causa habitual de muerte para la fauna.
“El ántrax deja normalmente una huella obvia. Las patas (de los elefantes) están estiradas y la cabeza inclinada hacia atrás. No están muriendo así. Además, el ántrax del suelo sin agua normalmente mataría a un número grande de animales diferentes”, detalló McCann.
Investigaciones
Para los conservacionistas, el Gobierno de Botsuana está siendo “muy lento a la hora de responder”, incluso a pesar de las dificultades causadas por la pandemia de COVID-19.
“La región está cerrada y los recursos son escasos. No tienen la capacidad localmente de hacer todos los test necesarios para identificar el problema y necesitan ayuda. La segunda razón es más política, esta Administración siempre ha cuidado el demostrar a los habitantes rurales que no se preocupan más por los animales que por la gente”, opinó McCann.
El riesgo es que, según este especialista, no se puede ignorar que lo que está matando a los elefantes podría desembocar en una auténtica crisis de salud para toda la fauna salvaje, el ganado e incluso también los humanos.
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