Tras el fallecimiento del papa Francisco este lunes 21 de abril, a los 88 años, el mundo católico se prepara para el histórico proceso de elegir a su sucesor.

El primer pontífice latinoamericano, cuyo legado fue celebrado globalmente, enfrentó en sus últimos meses complicaciones de salud que culminaron con su partida, confirmada por el cardenal camarlengo Kevin Joseph Farrel.

En las próximas dos o tres semanas, el Colegio de Cardenales se reunirá en el Vaticano para el Cónclave, la asamblea que decidirá al nuevo líder de la Iglesia Católica.

Este ritual, cargado de solemnidad, tendrá lugar en la Capilla Sixtina, donde una chimenea instalada en su techo se convertirá en el centro de atención mundial. Su humo —negro o blanco— será la señal que revele el avance de las votaciones.

El lenguaje del humo: tradición y simbolismo

La fumata negra, producto de la quema de papeletas de votación mezcladas con alquitrán o cartón húmedo, indicará que los cardenales no han alcanzado el consenso necesario (al menos dos tercios de los votos).

Este humo oscuro, visible desde la Plaza de San Pedro, significa que las deliberaciones continúan y que aún no hay un nuevo papa.

Por el contrario, la fumata blanca, generada al quemar paja seca o compuestos químicos especiales, anunciará el fin del proceso con la elección de un pontífice.

Este momento, transmitido en vivo a millones de personas, desatará júbilo entre los fieles, seguido del tradicional “Habemus Papam” desde el balcón de la Basílica de San Pedro.

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