Con bares repletos, solo unas pocas mascarillas y sin apenas restricciones, Serbia parece haber dejado atrás la pandemia. Pero nada más lejos de la realidad en este país balcánico que se encuentra actualmente a la cabeza de contagios de COVID-19 en el mundo.
Este país de siete millones de habitantes promedia más de 6.500 casos diarios en las últimas dos semanas, según los datos de AFP, lo que supone una ratio de infección de casi 93,5 personas por cada 100.000 habitantes, de lejos la más alta del mundo.
La disponibilidad y variedad de las vacunas es elevada, pero solo un 40% de la población cuenta con la pauta completa.
Y aunque la mascarilla y el distanciamiento social sean obligados en interiores en lugares públicos, la norma apenas se hace cumplir, con lo que su seguimiento depende de la voluntad de cada uno.
“No estoy preocupado por el virus. Lo pasé el año pasado y no fue gran cosa”, dijo a AFP Marko, un estudiante de economía de 20 años en un bar repleto en Belgrado.
Los profesionales médicos urgieron al gobierno a imponer medidas más estrictas, como limitar los horarios de apertura de las comercios no esenciales o introducir un certificado sanitario que limite la interacción social de aquellos no vacunados.
Modo supervivencia
Pero tras semanas sopesando la idea, la primera ministra Ana Brnabic la descartó, defendiendo que no había manera de imponerla efectivamente.
“El pase sanitario es imposible de controlar, al igual que es imposible controlar el uso de mascarillas en interiores”, dijo Brnabic en una reciente comparecencia televisada.
“Tenemos un remedio para esto (...) y es la vacunación”, añadió.
El reputado epidemiólogo serbio Predrag Kon, miembro de un grupo de expertos nombrado por el gobierno, se quedó incrédulo ante esas palabras.
“No puedo comprender lo que acabo de escuchar”, dijo en una reunión de crisis del grupo, acusando a los dirigentes de “obstrucción”.
Rade Panic, que dirige un sindicato médico, vincula las reticencias del gobierno a endurecer las medidas a las elecciones de la próxima primavera boreal y a la extendida influencia de los escépticos hacia las vacunas.
“Los antivacunas crearon un problema. Pero el gobierno no quiere abordarlo por las elecciones”, dijo Panic a AFP.
“El mensaje es que estamos solos (...) Estamos en puro modo supervivencia”, afirmó.
AFP pidió una entrevista al gobierno, pero no recibió respuesta.
Es un campo de batalla
Además de la laxitud al aplicar sus normas, Serbia tampoco consigue que los jóvenes se vacunen. De acuerdo con el gobierno, solo lo ha hecho un 22% de los ciudadanos entre 18 y 30 años.
Brnabic considera que los jóvenes serbios son diferentes a los de otros países como Francia, donde el certificado sanitario impulsó la vacunación.
“Cuando escuchen de alguien falsificando el certificado para entrar a un bar o una discoteca, eso se pondrá de moda y todo los jóvenes intentarán demostrar que pueden hacerlo”, dijo.
Panic, que trabaja como anestesiólogo en un hospital dedicado al COVID-19, asegura que los médicos están “sobrepasados” y tachó a la dirigente de “diletante”.
“Allí afuera es un campo de batalla, tanto para los pacientes que mueren como para los doctores agotados”, aseveró.
Cuna de la desinformación
Inicialmente, Serbia desplegó con fuerza su programa de vacunación, asegurándose millones de dosis de países occidentales como de Rusia y China, al punto que llegó a invitar a extranjeros a ponerse la inyección.
Se trata del primer país europeo en obtener permisos para producir la china Sinopharm y la rusa Sputnik V.
También fue de los primeros del mundo en ofrecer una dosis de refuerzo al público general.
Pero este Estado balcánico ha sido cuna de numerosas informaciones falsas sobre la vacunación, alimentadas por una falta de confianza hacia el gobierno y las instituciones tras años de escándalos de corrupción y falta de transparencia.
Incluso un puñado de controvertidos médicos han divulgado estas sospechas y han conseguido miles de seguidores en redes sociales y espacio en medios nacionales.
“El Estado no solo debe motivar a los ciudadanos, también debe hacer todo lo posible para frenar las mentiras y la manipulación”, tuiteó Srdjan Lukic, un neumonólogo serbio que ahora trabaja en Eslovenia.
“Serbia ha fallado miserablemente aquí”, añadió.
Fuente: AFP
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