“En este lugar, el pueblo expresó su voluntad: que este país pertenece al pueblo y no es propiedad del monarca”, reza la placa instalada frente al antiguo palacio real de Bangkok, capital de Tailandia, por un grupo de manifestantes que desde agosto protagonizan un levantamiento contra la corona inédito desde inicios del siglo pasado.
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Desde 1932, cuando la monarquía absoluta fue derrocada, en Tailandia se han producido 12 golpes de Estado contra el Poder Ejecutivo y ningún reto directo a la corona.
La razón principal detrás de ello es que el país del sudeste asiático cuenta con una de las legislaciones más duras contra quienes desafíen a la Casa Real. Según el artículo 112 de su Constitución, la ley sobre lesa majestad, quien “difame, insulte o amenace al rey, la reina, el heredero al trono o el regente” será castigado con hasta 15 años de cárcel.
Además de ello, la figura de quien reinó hasta el 2016, Bhumibol Adulyadej, fue bastante querida y admirada en el país no solo por la rectitud que demostró sino también por no interferir en las decisiones de otros poderes políticos.
Tras su muerte, el trono pasó a ser ocupado por Maha Vajiralongkorn, el rey Rama X, famoso hasta entonces por su ostentación, excentricidad y fama de playboy. Un peligroso perfil si consideramos que el monarca tailandés es el más rico del mundo, con una fortuna personal estimada entre los 30 mil millones y 43 mil millones de dólares, según la agencia Reuters y la revista South China Morning Post.
En estos cuatro años, además, ha ido acumulando una serie de polémicas que van desde la formación de un numeroso harem hasta su injerencia cada vez más profunda en la política nacional.
A diferencia de su padre, el rey Bhumibol, quien contrajo matrimonio únicamente con la reina Sirikit, Rama X se ha casado cuatro veces, caracterizándose por tomar la custodia total de sus hijos de sus matrimonios previos y en algunos casos condenar a prisión a sus exesposas o familiares de ellas.
Además, cuenta con un harem de al menos 20 mujeres que, según reportes como los del periodista escocés especializado en temas tailandeses, Andrew MacGregor Marshall, son drogadas y puestas a disposición del monarca en una habitación llamada “la sala de los placeres”.
Uno de sus más recientes escándalos, protagonizado en plena pandemia de Covid-19 que ha golpeado duramente la economía del país, reflejado en la caída del 12,2% en el segundo cuatrimestre del año, fue su viaje de vacaciones a Alemania, su destino favorito para vacacionar.
Rama X no solo consiguió llegar hasta la ciudad de Garmisch-Partenkirchen en plena restricción de vuelos y turismo, sino que además cerró al público todo un complejo deportivo de invierno para poder disfrutarlo en tranquilidad junto a su veintena de concubinas.
En el 2018 implementó una reforma por la que las propiedades de la corona, hasta entonces administradas por el Bureau de Propiedades de la Corona, pasarían a ser administradas directamente por él. Esto, entre otras cosas, incluye controlar más de 6.500 hectáreas de terreno en Tailandia, unos 40 mil contratos de renta a nivel nacional y las joyas de la corona, entre las que se enlista el Diamante del Jubileo de Oro, el más grande del mundo, de 546,46 kilates y cuyo valor está calculado en hasta 12 millones de dólares.
Por otro lado, y también mediante reformas, ha puesto bajo su responsabilidad a diferentes agencias estatales de seguridad. Esto unido a que en múltiples oportunidades se ha denunciado la persecución de quienes han criticado al monarca, tanto dentro como fuera del país.
El periodista MacGregor Marshall, a quien citamos líneas atrás, fue víctima de esta presión a finales de agosto, cuando recibió un paquete de regalos con fotografías de la fachada de su casa, de él caminando cerca y un mensaje: “Saludos desde Tailandia”.
Según un artículo de La Nación de Argentina, otros dos críticos tailandeses residentes en Los Ángeles, Jom Petchapradad y Phontip Weeden, han sido amenazados de la misma forma.
El periódico Nation Thailand detalla por su parte que en el 2019 encontraron a otros dos activistas exiliados muertos en el río Mekong, mientras que la ONU ha señalado estar muy preocupada por las desapariciones forzadas en esa región del mundo.
Esta seguidilla de escándalos, sumados a la participación cada vez más activa del monarca en la política nacional, han terminado por provocar que la indignación popular sea superior al temor a las draconiana legislatura.