Debiera preocupar la posibilidad realista del colapso de nuestra democracia. Fujimori y Castillo ya han intentado previamente evaporarla utilizando estrategias para perpetuarse en el poder, vía referéndum populista o compra de congresistas.
Estamos en camino a la reiteración de la misma fórmula utilizada por líderes autoritarios en diferentes partes del mundo que fueron democráticas, como Bukele en El Salvador y Ortega en Nicaragua, así como por figuras históricas como Hitler, Mussolini, incluyendo a líderes actuales como Maduro (Venezuela), Erdogan (Turquía), Orbán (Hungría), Lukashenko (Bielorrusia), Duda (Polonia), Putin (Rusia), Netanyahu (Israel), por mencionar solo algunos.
Parecería que Perú tiene una democracia frágil, esperando la aparición de un dictador que la disuelva.
Las empresas más solventes y visionarias podrían convocar a personas y equipos capaces de analizar, proponer y llevar a cabo las estrategias y acciones necesarias para preservar nuestra democracia. Es fundamental construir liderazgos visibles y creíbles, con una trayectoria de vida que emita mensajes inclusivos, confiables y optimistas, que garanticen estabilidad, justicia social y democracia. A menos que crean que lo más conveniente es acomodarse con el opresor de turno, como ha sucedido en nuestra historia con gobiernos civiles y militares. El problema para ellos es que bajo el régimen dictatorial, nunca se sabe quiénes serán los ganadores, por cuanto tiempo y quienes serán los perdedores. Eso lo pueden atestiguar los empresarios de los países inicialmente citados cuyas democracias se están evaporando.