A 53 años del golpe de 1968, reproduzco mi columna de 2017. “Canal 7 Y Juan Velasco Alvarado”. Es conocida mi posición sobre la revolución de Juan Velasco Alvarado para el país que, un día como hoy, el 3 de octubre de 1968, lideró un golpe militar contra el primer gobierno de Fernando Belaunde (1963-1968). Lo leí y mucho, y también supe de él por el embajador Gonzalo Fernández Puyó y el general Edgardo Mercado Jarrín, mis maestros.

Vi con mucho interés el programa “Sucedió en el Perú” de TV Perú – Canal 7, y debo decir con enorme complacencia, que es la primera vez que observo un enfoque objetivo, directo y pedagógico sobre la personalidad de un soldado que llegó al grado de general del Ejército y de allí saltó a la jefatura del Estado.

Velasco fue admirable por llevar adelante la reforma agraria tan satanizada, que evitó los 240 mil muertos que tuvo Colombia, y que nadie hasta ese momento se había atrevido a consumar con la tesis “la tierra es para quien la trabaja”, cambiando en plena República y en un santiamén, el sistema virreinal sobre la tierra establecido por el Consejo de Indias de la Corona española, es decir, de los corregimientos y las encomiendas –cuyos herederos fueron los terratenientes, latifundistas, minifundistas, hacendados, cacicazgos, a los que servían los caporales y los capataces, hasta fines de los años 60 del siglo XX–. Pero Velasco fue detestable porque no lo hizo por la vía democrática.

Tiró al tacho el estado de derecho y confiscó los medios de comunicación –como el emblemático diario Correo– a sus legítimos propietarios y persiguió a quienes pensaban distinto. Si Velasco se hubiera rodeado de una verdadera tecnocracia que apueste por una economía social de mercado, y no hubiera sido embrujado por Fidel Castro, otro hubiera sido su legado. Se le pegaron los camaradas de la izquierda que a su caída lo negaron como Pedro a Cristo en la Última Cena.

Cambió las estructuras del servilismo que los herederos de la República Aristocrática del XIX condenaron hasta mancillarlo y que hoy muchos repiten como letanía sin conocerlo. Por él, hoy tenemos magistrados, embajadores y generales del pueblo. Marcó la historia del Perú reciente, su entierro fue apoteósico y fue el nacionalista que nunca tuvimos”. Pero fue un dictador –ese fue su estigma– como Maduro.