Es fácil entender el malestar y la desilusión del ciudadano peruano frente a la clase política y en especial de sus autoridades, si en medio de una descomunal ola de violencia la presidenta Dina Boluarte dice que acá en el Perú reina la paz y la tranquilidad; y de otro lado, en el Congreso se entregan bonos de 20 mil soles a los trabajadores a cambio de ser parte de una institución rechazada a más no poder, donde además se denuncia la existencia de una red de prostitución y la presencia de presuntos violadores.
La jefa de Estado pudo ser más empática con el ciudadano que es asaltado con pistola en la puerta de su casa, con el joven universitario al que le roban la computadora con la que estudia o el celular que adquirió con sus propinas, con el bodeguero extorsionado y con el padre al que le mataron a su hijo mototaxista por no pagar cupos. Pero no, se fue a Suiza a exponer una realidad muy distinta, por más que haya hablado para promocionar las “bondades” del país ante los ojos de potenciales inversionistas extranjeros.
Tengamos en cuenta que estas declaraciones se dan en momentos en que aún está humeante en local del Ministerio Público de Trujillo que el lunes fue atacado con explosivos, tras una orden dada por un hampón preso en Cajamarca. ¿Si el Estado no es capaz ni de controlar a los delincuentes que están tras las rejas, cómo hablar de tranquilidad? Ayer, en Piura, el propio premier, Gustavo Adrianzén, ha dicho que estamos viviendo una ola de criminalidad nunca antes vista. ¿En qué quedamos?
De otro lado está el Congreso que se da el lujo de entregar de manera excepcional, a cambio de nada, un bono equivalente a 20 remuneraciones mínimas vitales, todo en medio de los escándalos en que vive. Dicen que este dinero se da como parte de un pacto con el sindicato que viene desde al año pasado, cuando la Mesa Directiva estaba a cargo de Alejandro Soto, del partido de César Acuña, que ha copado los puestos claves en el manejo del Poder Legislativo. Buen provecho, señores.
Lamentablemente, actitudes con las de la mandataria y las de este Congreso, tan alejadas de la realidad de la calle, no hacen más que generar el rechazo del ciudadano a los políticos de siempre y, por qué no, que comience a mirar a opciones radicales como las de extrema izquierda que “proponen” arrasar con todo y hasta fusilar a los corruptos y sinvergüenzas que tenemos por montones. La elección del pirómano de Pedro Castillo, que nos ofrecía ser casi una Corea del Norte, debe ser tomada como una clarinada de alerta.