Ha pasado más de un mes de la renuncia del último directorio de Petroperú, y hasta el momento el Poder Ejecutivo no nombra a los reemplazantes, quizá porque debe ser muy complicado encontrar profesionales competentes que asuman el imposible reto, sí, imposible, de sacar a flote una empresa quebrada que sobrevive solo por los aportes que le da el Estado.
Recordemos que el último directorio encabezado por Oliver Stark optó por no seguir debido a que el Poder Ejecutivo, a fin de cuentas accionista mayoritario de la empresa a través de los ministerios de Economía y Finanzas, y Energía y Minas, no tomaba ninguna decisión respecto a la petrolera, que debía ser cerrada o ser entregada a un manejo privado. Todo quedó en el aire.
Tras la salida del directorio, el gobierno ha optado por seguir inyectando recursos públicos a la compañía que ha sido defendida públicamente por la presidenta Dina Boluarte, quien siempre ha mostrado su entusiasmo por la nueva Refinería de Talara, cuya construcción solo agravó la crisis de la empresa.
Nadie sabe qué hacer con esta empresa pública quebrada que todos los días se consume la plata de los peruanos para seguir con vida. Mientras tanto, el ministro de Energía y Minas, Rómulo Mucho, debe estar muy preocupado por su amistad con el impresentable de Andrés Hurtado, más conocido como “Chibolín”. Así estamos.