Desde la campaña electoral que lo llevó al poder, el profesor Pedro Castillo se quejaba de que era víctima del “terruqueo” a pesar de los evidentes nexos de su sindicato de docentes que piden aumentos de sueldos sin ser evaluados, con los terroristas reciclados y agrupados en el Movimiento por la Amnistía y los Derechos Fundamentales (Movadef) y en todas las organizaciones de fachada que han creado a fin de mostrarse con mansas palomas.

Tanto se victimizó Castillo de que lo vinculen con senderistas para que ahora quien comande su precaria defensa jurídica -por llamarla de alguna forma- sea nada menos que Iber Maraví, el exministro de Trabajo y Promoción del Empleo del gobierno de Perú Libre que tuvo que dejar el cargo al hacerse público que desde inicios de los años 80 figuraba en más de un atestado policial como autor de ataques terroristas en Ayacucho.

Esto lo ha señalado el viernes último el penalista Guillermo Olivera, uno de los tantos abogados de Castillo, quien renunció a su función en medio de quejas por la “grosera injerencia” de Maraví en la defensa del expresidente Castillo, sobre quien pesan dos ordenes de prisión preventiva, una por el golpe de Estado del 7 de diciembre último y otra por ser el presunto cabecilla de una banda de saqueadores del Estado enquistada en la cumbre del poder.

El expresidente Castillo ha podido dejarse asesorar por muchas personas en medio de inmenso lío judicial en que se encuentra, pero ha preferido que quien sea la voz mandante en su defensa legal sea nada menos que Maraví, un sujeto con un pasado muy oscuro y que más tarde fue un radical sindicalista. Hoy también se dedica tocar su guitarra y a hacer risibles canciones a favor del golpista de Chota.

No olvidemos que luego de la salida de Maraví del gabinete en medio de un gran escándalo, este personaje muchas veces siguió yendo a Palacio de Gobierno a reunirse con Castillo. El vínculo entre el profesor que se quejaba del “terruqueo” y este protagonista de atestados policiales relacionados con actos dinamiteros, siempre ha existido. Qué dirán los “inocentes” que afirmaban que las críticas al hoy reo de Barbadillo eran por racismo y clasismo. Pues ahí lo tienen.


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