En seguridad y salud en el trabajo, el nexo causal suele aparecer cuando el accidente ya ocurrió. Pero en realidad, es mucho más que un concepto jurídico: es una herramienta preventiva para entender por qué pasan las cosas y cómo evitar que se repitan.

El Código Civil establece que debe existir daño, imputabilidad y relación causal. La Constitución exige razonabilidad en la protección de la vida y del trabajo. Incluso el Código Procesal Penal recuerda que los hechos deben acreditarse con evidencia clara. Pero estas reglas no solo sirven para los jueces; deberían guiar también la forma en que las empresas gestionan su prevención.

Las casaciones de los últimos años de la Corte Suprema lo confirman. En la Casación 39099-2022, el nexo causal se atribuye al empleador porque no logró demostrar que adoptó medidas de seguridad suficientes. En la 15955-2023, la Corte señala que basta que el trabajador pruebe el daño cuando el accidente ocurre en la ejecución de sus funciones, salvo que el empleador acredite ruptura del nexo causal por imprudencia exclusiva o un hecho externo. Otras decisiones, como la 46801-2022 y la 47945-2022, recuerdan que el nexo causal debe estar motivado, probado y vinculado a un incumplimiento real del deber de prevención, no a meras presunciones.

Todas estas resoluciones transmiten un mensaje simple: la prevención no es solo para evitar accidentes, también es para evitar injusticias. Una empresa que investiga con rigor, documenta controles, supervisa comportamientos y entiende sus causas profundas está mejor preparada para evitar tanto la recurrencia como imputaciones erróneas.

Y queda una reflexión para todo el sistema: así como las empresas deben fortalecer sus procesos para entender las causas reales de los eventos, las autoridades fiscalizadoras también tienen el desafío de seguir motivando con claridad sus decisiones, orientando y contribuyendo a una cultura preventiva más madura.

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