Hace pocos días recibimos la triste noticia que la gran antena del Observatorio de Arecibo, en Puerto Rico, uno de los principales centros científicos del mundo dedicado al estudio del espacio, será demolida. El desprendimiento de un cable que sostiene la antena ha causado severos daños poniendo en peligro toda su infraestructura. Por este motivo la National Science Foundation (NSF), entidad que financia su operación, ha anunciado esta penosa decisión. Esto nos recuerda que el Perú y, en particular, el Instituto Geofísico del Perú (IGP), también cuentan con un observatorio de relevancia mundial, el Radio Observatorio de Jicamarca (IGP-ROJ), ubicado cerca de la ciudad de Lima, que es una de las principales facilidades científicas dedicada al estudio del geoespacio.
Ambos observatorios fueron construidos al inicio de la carrera espacial para estudiar el espacio que nos rodea. A lo largo de los años, han contribuido significativamente en el desarrollo de la ciencia. El radiotelescopio de Arecibo, el más sensible en su clase, ha permitido la detección de señales provenientes del espacio profundo y el descubrimiento de radio estrellas, asteroides y otros objetos espaciales. Por su lado, el radar ionosférico del IGP, cuya antena gigantesca cubre un área de 9 hectáreas, ha permitido el descubrimiento de diferentes fenómenos de las capas altas de la atmósfera en la zona del ecuador magnético. Esto ha sido posible gracias a la colaboración internacional entre el IGP, Cornell University y NSF.Lo ocurrido en Arecibo representa una gran pérdida para la comunidad científica y la humanidad en general. Por ello es importante remarcar la necesidad de asegurar la continuidad de nuestro IGP-ROJ. El crecimiento de la ciudad, el desarrollo de actividades industriales en sus alrededores y otras amenazas hacen necesario implementar un área de protección para el observatorio. De este modo podremos mantener nuestro compromiso de seguir haciendo ciencia para protegernos, ciencia para avanzar.