Tres meses después del suicidio del genocida Adolf Hitler y final de la guerra en Europa, la Segunda Guerra Mundial continuaba en Asia. Tropas imperiales japonesas controlaban, aunque con crecientes pérdidas, Corea, Taiwán, Manchuria, partes de China, Birmania, Malasia, Singapur, Hong Kong, Indias Orientales Neerlandesas –actual Indonesia–, y Filipinas, donde la campaña militar estadounidense para desalojar a los japoneses inicio en octubre de 1944, con las acciones en el Golfo de Leyte.
Agosto de 1945 fue crucial. El día 6, EE.UU. lanzó la primera bomba nuclear destruyendo la ciudad de Hiroshima; el 9, según los acuerdos aliados de 1943, la URSS iniciaba la ofensiva contra las tropas japonesas en Manchukuo (Manchuria, norte de China). El 12, parte del ejército japonés se rebeló, pero falló en dar un golpe de estado y secuestrar al emperador Hiroito, quien tres días después dijo por radio que Japón estaba dispuesto a la paz duradera.
Once países formaron el Tribunal Militar Internacional para el Lejano Oriente. Treinta meses duraron los Juicios de Tokio (3/5/1946 - 12/11/1948), condenando a seis acusados a muerte en la horca por crímenes de guerra, lesa humanidad y contra la paz, entre ellos al general Hideki Tojo, primer ministro de Japón.
Posteriormente, en diversos juicios se logró sentenciar a casi 5.500 criminales de guerra. Dos casos emblemáticos fueron el juicio en Jabárovsk a la Unidad 731 del Kwantung, por experimentar armas biológicas en miles de personas, que llevó a sentenciar al general Otozō Yamada a 25 años; y el juicio de Nankin, que condenó a muerte al general Hisao Tani por instigar y alentar a sus tropas a realizar masacres, violaciones, saqueo y destrucción de propiedades.
Un poco de historia, siempre es bueno…




