El Ministerio de Salud ha reconocido que la situación de contagios y fallecimientos en la región Arequipa sigue siendo crítica, pese a que en el resto del país el panorama mejora poco a poco y es posible ir aliviando el aislamiento social y las restricciones que han traído duras consecuencias. Incluso al pie del Misti se han adoptado medidas excepcionales como la restricción del tránsito de pasajeros, todo con el propósito de que no se incrementen los casos.

Arequipa ha sido una de las regiones más castigadas por la pandemia que los tomó con una debilitada gestión en salud a cargo de la administración de Elmer Cáceres Llica. Recordemos a inicios de este año la situación en el Hospital Honorio Delgado, donde decenas de pacientes morían todos los días y en las afueras la gente hacía cola dentro de sus vehículos, provistos de tanques de oxígeno, en espera de una cama UCI que los libere de la muerte.

No olvidemos tampoco que en Arequipa, precisamente a la salida del Hospital Honorio Delgado, sucedió una situación por demás dramática y dolorosa. Fue en julio del año pasado, cuando la ciudadana Celia Capira salió corriendo detrás del vehículo que llevaba al entonces presidente Martín Vizcarra, a fin de suplicarle atención médica para su esposo. El exmandatario, famoso por hacerse vacunar antes que el resto de peruanos, siguió de largo y a los pocos días la mujer vio morir al padre de sus hijos.

Recordemos que Cáceres Llica fue uno de los más grandes defensores del uso de dióxido de cloro para tratar a las víctimas de COVID-19. Todo un crimen. Hoy, aunque tarde, parece haber admitido su gran error. Pero más allá de lo que haga o diga este personaje, lo que sucede en Arequipa en estos días debe ser afrontado con responsabilidad por todo el Estado, que al menos por ahora no tiene que atender a otras regiones, pues todas se encuentran con mejores indicadores.

Mientras tanto, lo que sucede en la región Arequipa debe hacernos ver a los peruanos que el peligro del coronavirus no ha cesado, pese al alivio de ciertas restricciones. No cometamos el mismo error de fines del año pasado, cuando creímos estar a salvo, para darnos cuenta que no era así una vez que tuvimos ante nosotros una segunda ola de contagios que fue devastadora y nos llevó a ponernos entre los peores países del mundo en el manejo de la pandemia.

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