El Pleno del Congreso aprobó en segunda votación el retorno a la bicameralidad, reintegró el Senado que desapareció con la Carta de 1993. Así se divide el Poder Legislativo en dos cámaras, se permite una representación más equitativa que garantice la representación de los diversos sectores de la sociedad, que haya mayor revisión y control para hacer realidad el modélico sistema del checks and balances. El Senado podrá revisar y controlar las decisiones de la otra cámara lo que previene la concentración excesiva de poder y reduce el riesgo del abuso.
Siempre que los partidos se esmeren en la selección de los candidatos, con el Senado habrá mayor deliberación y un debate más calificado sobre leyes y políticas, con decisiones más informadas desde diversas perspectivas y opiniones. Si una cámara está en desacuerdo la otra puede actuar como freno, con un proceso más gradual y reflexivo de elaboración legislativa. Bienvenida la bicameralidad que estuvo en los Congresos peruanos anteriores al autogolpe de Alberto Fujimori en 1992. Entre las observaciones políticas está que el Congreso ha aprobado indirectamente la reelección parlamentaria que estaba prohibida. La consideramos positiva y el congreso debió plantearla abiertamente para mejorar la capacidad de legislar con la experiencia de los mejores, siempre reelegidos por su brillo y conocimiento. La no reelección parlamentaria se ha revelado nefasta para la calidad de la labor congresal. Ahora podrán ingresar los maestros del quehacer parlamentario con la experiencia que tanto se requiere para un mejor Parlamento, pero toca a los partidos políticos hacer bien su tarea y filtrar a los más calificados. Necesitamos con urgencia democrática rescatar la imagen del Congreso.