Un día como hoy -hace 140 años-, sucedió la Batalla de San Juan y Chorrillos -2 días después siguió la de Miraflores-, consumando la ocupación chilena de nuestra capital, luego de lograr dominar el mar y conseguir por la fuerza de sus armas la posesión de las provincias peruanas de Tarapacá, Arica y la querida Tacna, que resistiéndose a la política de chilenización dictada por La Moneda, pudo ser reincorporada al seno de la Patria (1929).

Las tropas invasoras estuvieron al mando del general Manuel Baquedano y la defensa de Lima fue liderada por Nicolás de Piérola. Como había ocurrido en gran parte de los enfrentamientos desde que Chile nos declaró la guerra (1879), planeada en los tiempos de su canciller Diego Portales (1793-1837), que al ver la amenaza de la Confederación Perú-Boliviana, conspiró contra ella, y fue auténtico impulsor de las Academias Militar y Naval de su país, los soldados sureños se alzaron con la mayoría de las victorias pues se habían preparado con muchos años de anticipación para llevar adelante el proyecto de acabar con la diminuta calidad geopolítica que tanto preocupaba a los diplomáticos y militares chilenos y que era lo que contaban cuando se hicieron a la vida independiente al comienzo del siglo XIX, heredando las circunstancias territoriales derivadas de haber sido una capitanía general en contraste con la suerte peruana de constituirse desde el inicio de la llegada de los peninsulares, en el centro del poder español en la condición política de virreinato. 

La virulencia de la guerra fue superada por las acciones cobardes e inhumanas de los jefes chilenos, totalmente proscritas por el derecho internacional humanitario, como quedó grabado en el óleo EL REPASE del artista español Ramón Muñiz, que vivió en el Perú.

Pintada en 1888, la trágica y suplicante actitud de una rabona -el lienzo se conserva en el Museo Histórico Militar del Perú-, desnuda el remate dictado por el sanguinario Patricio Lynch, de los heridos peruanos en Huamachuco (1883), como se había cometido en Lima. Chile debería pedir perdón al Perú por estos hechos, ajenos al combate, como lo hizo Alemania con Polonia (2019) por las atrocidades durante la guerra de 1939.