Es una verdad incontrastable que el debilitamiento de un Estado supone el empoderamiento de otro. Con lo anterior, también que el vacío dejado por uno es llenado inmediatamente por otro. Son las leyes que jamás fallan en la doctrina de la seguridad mundial y en las pugnas del poder planetario entre las movilizaciones de los actores relevantes de las relaciones internacionales, que muchas veces supera al derecho internacional que es el mundo de las normas jurídicas supranacionales.
Pues eso es lo que estaría sucediendo con China luego de que EE.UU. decidiera retirarse de Afganistán hace pocos días. En efecto, apenas producida la partida del último contingente estadounidense en Kabul -unos 2500 soldados-, el gobierno de Beijing ha comenzado su inocultable acercamiento a los talibán que controlan el país ciento por ciento. Esta nueva circunstancia este país extraordinariamente vulnerable de Asia, ha sido aprovechada por China, uno de los más importantes países de esa región, que se ha constituido por medio de su diplomacia más efectiva y eficaz para sellar los relacionamientos con el régimen de Afganistán.
Una pregunta que salta a la vista nos dice si acaso la Casa Blanca había previsto este escenario como posibilidad. Dudo mucho de que así haya sido. La política internacional tradicional de Washington ha sido ganar y no perder espacios de influencia y eso se vio notablemente durante la denominada Guerra Fría que siguió al final de la Segunda Guerra Mundial y hasta la caída del Muro de Berlín en 1989.
Creo que el presidente Joe Biden no ha visto o no ha leído adecuadamente el proceder de los chinos que no desaprovechan una sola oportunidad que pudiera presentarse en el escenario internacional conforme sus intereses planetarios, donde no es un secreto que están a la caza de todos los espacios donde abunden los recursos naturales y de los que pudieran sacar ventaja para sus aspiraciones de industrialización a la máxima potencia y desde luego para su promisorio e imparable desarrollo tecnológico. A la denominada “Ruta de la seda” que China viene implementando por donde se desplaza por el mundo, no la para nada ni nadie. Es parte de su estrategia legítima, guste o no, y por eso invertirá en Afganistán.