Primero era inquietante, luego preocupante y ahora es toda una tradición en el Gobierno nombrar a personas sin perfil técnico, experiencia y capacidad en puestos claves del aparato del Estado. Es el caso del nuevo jefe del Indecopi, Julián Palacín, quien ha llegado a ese cargo sin los atributos profesionales que se exigen. Su nombramiento ha generado polémica y no son pocos los que dicen que esto se debe a su papá, un señor con la artillería verbal a punto, cargada de desafíos y bravatas para defender como sea a Perú Libre, Pedro Castillo y Vladimir Cerrón.
Esta situación solo demuestra algo que dijo un analista político hace poco tiempo: “En el mundo no hay ideologías sino intereses”. Es evidente que lo más importante para el Gobierno es cerrar filas con sus partidarios, simpatizantes y allegados con el objetivo de resguardar sus intereses políticos. No importa que los designados a funcionarios públicos sean improvisados e incapaces.
El Gobierno de Pedro Castillo transita por un camino de incertidumbre e inestabilidad. El problema es que sumar a su equipo personas sin mayores méritos que ser de Perú Libre, Movadef o del entorno de los amigos del jefe de Estado generará menos credibilidad al Ejecutivo. Esto solo proyecta un Gobierno que no tiene claro el rumbo.