Máxima del realismo político es que los estados solo tienen intereses, nunca amigos, siendo el mayor interés que posee una sociedad nacional, a través del Estado que ha creado, tener paz como clave para desarrollar sus objetivos nacionales. Con esto se logra que cada compatriota pueda implementar un proyecto de vida en solidaridad con el prójimo. Por ello, el manejo de las relaciones internacionales entre países vecinos es algo complejo y delicado. Se puede optar por cooperar, competir o ser rivales e incluso enemigos. Colombia y el Perú decidimos cooperar para ser protagonistas en la sociedad global.

Los peruanos vencimos al terror entre luces y sombras, sin apoyo exterior, a las organizaciones criminales MRTA y Sendero. Así, por casi cuatro décadas, los miembros de las Fuerzas Armadas y la Policía, de agencias de inteligencia, del servicio diplomático, profesionales y emprendedores, nos hemos hermanado con los descendientes de Antonio Nariño y de “La Pola” Salavarrieta, quienes vivieron y murieron enseñando libertad. Por eso, cuando cualquier buen colombiano sufre por efectos de un acto criminal, vemos en ellos reflejados a nuestros compatriotas afectados por la delincuencia imperante en el Perú.

Compartimos nuestra experiencia obteniendo seguridad para poder crecer derrotando al terrorismo. Prueba de ello eran los recientes ejercicios entre las FF.AA de ambos países, con participación del Brasil, en la zona de la triple frontera, intercambiando conocimiento para colaborar contra subversivos, narcos y otras amenazas. Pero, el presidente Gustavo Petro, haciendo uso y abuso de sus atribuciones, intenta destruir lo construido, fomentando odios, incentivando conflictos. Si queremos paz, los ciudadanos debemos comprometernos a elegir mejor a los responsables políticos de nuestros países.

TAGS RELACIONADOS