A 16 meses de las elecciones generales, el Perú se encuentra sumido en diversas crisis que han generado una mayor incertidumbre, a tal extremo que –según la Superintendencia Nacional de Migraciones– 605 mil 649 peruanos salieron del territorio nacional, entre el 1 de enero y el 24 de noviembre de este año, sin registrar un reingreso: casi el doble de 2023.

Nuestros diversos problemas han originado este récord, con peruanos que decidieron marcharse en busca de seguridad y mejor calidad de vida, determinación que, en realidad, fue originada por mano propia al haber elegido a autoridades que –finalmente– “no los representan” y que tampoco brindaron cambios que les inspiren quedarse en el país.

La falta de legislación efectiva, partidos políticos sólidos, así como la indolencia ciudadana para participar de manera responsable en las elecciones,  nos ha llevado a que –en los últimos tres procesos electorales– se haya elegido a gobernantes que  no gozaron del respaldo mayoritario de la ciudadanía, lo cual se refleja en los resultados de cada primera vuelta. Las cifras (que incluyen a quienes decidieron no ir a las urnas)  son reveladoras: En 2011, fueron 15,306,851 los que no votaron por Humala; en 2016, Kuczynski no fue respaldado por 19,673,293; y en la última elección –con 18 candidatos– sólo 2,724,752 votaron por Castillo mientras que otros 22,563,202 no lo hicieron.

Urge que el Congreso y el Jurado Nacional de Elecciones regulen e implementen normas para discriminar candidatos y para que el voto no se disperse; solo así los peruanos podremos tener la oportunidad de elegir a un gobernante que, además de ser honesto, tenga un equipo, con capacidades profesionales, que pueda demostrar que –verdaderamente– el Perú es más grande que sus problemas.

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