Mi amigo Víctor Andrés Ponce ha publicado un libro impagable titulado: “Contrarrevolución en los Andes. Ensayos sobre el jacobinismo revolucionario y el fracaso de la República en el Perú”. Aprovechando al máximo su claridad en la exposición fruto de su oficio periodístico, Ponce aborda y ensaya diversas hipótesis sobre la historia y la realidad nacional. Con un claro dominio del pensamiento político y de sus autores más relevantes, Víctor Andrés nos entrega un libro importante para dilucidar, desde el método histórico-crítico, el porqué de los vaivenes y las debilidades de nuestra República.

En tal sentido, siguiendo la estela del arielismo, Ponce resalta uno de los vicios del radicalismo: el jacobinismo revolucionario. No se equivoca Víctor Andrés cuando señala los males inherentes a la praxis jacobina, la fatalidad institucional que aqueja a las sociedades que caen en las garras del radicalismo. Ciertamente, el jacobinismo anticlerical y ateo ha cercenado muchas veces nuestros objetivos de poder y también ha lastrado los intentos de forjar instituciones capaces de reconducir la pulsión revolucionaria. El Perú es el escenario perfecto para las revoluciones inconclusas, para las conspiraciones abortadas, para el cainismo fruto de la envidia. Para recorrer seriamente el largo y tortuoso sendero del desarrollo tenemos que luchar contra la desviación jacobina. El radicalismo revolucionario es sectario e impío, pero sectarios e impíos son todos los radicalismos que aspiran a la destrucción de los que no piensan como ellos. Por eso, ante la revolución sangrienta que tantas veces ha intentado destrozar a la República, los contrarrevolucionarios como mi amigo Víctor Andrés Ponce aciertan al proponer el sano retorno a la razón.