El Perú es un país de gente valiente, emprendedora y noble. Nuestras mujeres, por ejemplo, sobresalen por su coraje y por una inmensa capacidad de servicio. Pienso en aquellas que día a día sacan adelante a sus familias, en las mujeres que sostienen con su trabajo a los hijos, en las madres de familia que emplean su imaginación para ocuparse de todo y de todos, siendo para los demás un signo visible de luz, consuelo, y confianza en Dios. Las peruanas han dado muestras de coraje a lo largo de nuestra historia, liderando los cambios, curando las heridas, señalando el porvenir. Las peruanas son valientes y por nuestras calles se multiplica la sangre de María Elena Moyano y el ejemplo eterno de Santa Rosa de Lima.

El Perú saldrá adelante y superará esta crisis con coraje. Para regenerar el Perú necesitamos gestos de coraje, acciones de valor, momentos cotidianos de heroísmo. Así lo han hecho todos los que han servido en primera línea durante la pandemia. Pienso en los médicos, las enfermeras, las fuerzas armadas y policiales, y en todos los que han mantenido la llama viva del Perú resguardándola mientras dura esta tormenta. Leones han defendido en la cancha lo que corderos no supieron gobernar.

Si los políticos no tienen coraje, no sirven para gobernar. El coraje se demuestra ante la adversidad, no en un escenario favorable. Valiente es el que enfrenta un problema y lo domina, quien va a la plaza pública con el viento en contra. Valiente es el que reconoce sus errores, rectifica y vuelve a comenzar. Mujeres y hombres de coraje, eso es lo que necesita el Perú.