En el humor, y lo hemos comentado varias veces, los nuevos tiempos han terminado por desechar contenidos, que hasta hace algunos años se tomaban en cuenta para generar diversión y arrancar una carcajada en el público. Aunque a la mayoría de los que se dedican a este oficio, no les causa mucha gracia que hoy, a la hora de escribir sus libretos y armar sus secuencias deben pensar más de la cuenta, siempre se generará algun exceso que es bueno que ellos lo detecten. Y es que en verdad, existe una línea muy delgada que los humoristas no pueden cruzar para que sus propuestas no terminen convirtiéndose en una agresión, en lugar de una jocosa muestra de chispa e ingenio. Esto fue lo que sucedió hace una semana en “El Reventonazo”, programa que conduce Ernesto Pimentel, en el que se presentó una parodia de la popular serie coreana “El juego del calamar”, que generó una severa protesta del Ministerio de Cultura, que consideró la secuencia como discriminatoria con la comunidad asiático peruana. “El programa exagera sus rasgos físicos, se mofa de sus nombres y apellidos de origen asiático, y se burla de sus acentos”, se lee en el comunicado difundido en redes. Pimentel tuvo una rápida reacción, que es la que deben asumir quienes ante el exigente trabajo en la televisión no estan exentos de errores. “Usamos conductas que no tienen lugar y por ello queremos pedir disculpas a quienes se ofendieron durante la secuencia. Sepan ustedes que los escuchamos, que nos sentimos apenados de haber caído en conductas que normalizan viejos estereotipos”, dijo el conductor del espacio, como respuesta a las autoridades. Y precisamente en lo que respecta a los estereotipos, es donde, quienes se encargan de escribir humor deben reforzar su pluma, aunque digan que lo hacen “con buenas intenciones y no para ofender a nadie”.  Burlarse de sectores vulnerables de nuestra sociedad , con el pretexto del chiste y la diversión, no es sano, menos es positivo, no hace bien a los afectados y tampoco a quienes disfrutan de esos contenidos, que terminarán repitiendo lo que ven en televisión, en su vida diaria. Dedicarse al humor es algo muy serio, hay que recordarlo siempre.