Tan ofensivo para el Perú es tener un Poder Ejecutivo con gente filoterrorista o terrorista, como un grupo de congresistas que con sus votos en contra o sus abstenciones trataron de impedir que los restos del cabecilla senderista Abimael Guzmán sean incinerados y arrojados a un lugar indeterminado para así evitar los homenajes y los cultos de parte de sus retorcidos seguidores.
En primer lugar, está la bancada de Perú Libre, que fue la primera en oponerse a esta medida. Allí están sus 32 votos. Pero no dejemos de lado a aquellos que votaron en abstención, como si tuvieran duda de la necesidad de desaparecer los restos de un criminal de semejante calibre que encabezó una secta mesiánica sustentada en el culto a la personalidad.
Entre los que se abstuvieron hubo cuatro legisladores de Juntos por el Perú, lo cual no sorprende, al lado de 10 votos de Acción Popular, irónicamente una de las agrupaciones políticas más golpeadas por las hordas de Guzmán. Parece que estos congresistas de la lampa querían un mausoleo para el cabecilla terrorista que comenzó a atacar al Estado, precisamente, meses antes del segundo gobierno de Fernando Belaunde.
No perdamos de vista a los que se opusieron a la cremación de los restos de Guzmán, como de aquellos que se abstuvieron. Recordémoslos bien por haber puesto zancadilla a una necesaria medida sanitaria en favor de todos los peruanos y de la memoria de los caídos.